La Aventura de los Pérez en España
Era un día soleado en Marruecos cuando la familia Pérez recibió una gran noticia. Don Fernando, el papá, había conseguido un trabajo en España, y todos estaban emocionados por lo que vendría. La mamá, Doña Clara, estaba organizando las maletas, mientras que los chicos, Sofía y Tomás, soñaban con lo que encontrarían en su nuevo hogar.
"¿Creen que habrá niños en el parque?" - preguntó Sofía, con los ojos brillantes.
"Sí, y quizás podamos aprender a hacer paellas" - dijo Tomás, imaginando ya las delicias que probarían.
Después de unas semanas llenas de preparativos, llegó el gran día. La familia se despidió de sus amigos y montaron en el avión rumbo a España. Al aterrizar, estaban llenos de nervios y muchas ganas de explorar su nueva ciudad.
El primer día en España fue una mezcla de emociones. Se instalaban en un pequeño departamento en un barrio lleno de colores y vida. Pero, a la tarde, la emoción se tornó en preocupación al darse cuenta que no hablaban bien el idioma.
"¿Cómo haremos para hacer amigos?" - preguntó Tomás, un poco triste.
"No se preocupen, ya aprenderemos. Lo importante es ser amables y sonreír" - dijo Doña Clara, tratando de alentar a sus hijos.
El día siguiente, decidieron ir al parque. Con un poco de inquietud, se acercaron a un grupo de niños que jugaban a la pelota. Sofía dio el primer paso y se acercó con una sonrisa.
"Hola, yo soy Sofía y él es mi hermano Tomás" - dijo, intentando recordar las palabras que había aprendido.
Los niños se miraron un momento, luego sonrieron y respondieron en un español un poco más fácil de entender.
"¡Hola! Soy Lucas, juega con nosotros".
Sofía y Tomás sintieron un gran alivio. Aunque no todos hablaban perfecto, todos se estaban divirtiendo. Pronto estaban corriendo detrás de la pelota, haciendo nuevos amigos.
Al volver a casa, los Pérez compartieron su día con Don Fernando, que siempre los escuchaba con atención y proponía ideas.
"¿Y si hacemos una fiesta de bienvenida? Así podremos invitar a los nuevos amigos de ustedes" - sugirió Don Fernando.
"¡Sí, me encanta la idea!" - exclamó Doña Clara.
Los días pasaron, y la fiesta fue un gran éxito. Las risas, las comidas y los juegos hicieron que la casa se llenara de alegría. Sofía y Tomás no solo hicieron amigos, sino que se dieron cuenta que lo más importante es la conexión con las personas, más allá de las palabras.
Sin embargo, no todo fue sencillo. Con el tiempo, empezaron a sentir nostalgia por Marruecos. Sofía lloró una noche:
"Extraño el aire del desierto y las historias que escuchábamos de abuela sobre allí".
"Es normal, la distancia puede hacer que sintamos eso, pero siempre llevaremos a Marruecos en nuestro corazón" - comentó Doña Clara.
Con el paso de los meses y a medida que iban aprendiendo más español, comenzaron a sentirse más en casa en España. Además, hicieron juntos un proyecto en la escuela: "Mis raíces". Cada uno compartió historias de Marruecos con sus nuevos amigos, haciéndolos sentir parte de su cultura también.
"Así como ustedes viven aquí, también hay un lugar especial en mi corazón para Marruecos" - dijo Tomás durante la presentación.
A medida que pasaba el tiempo, la familia Pérez se dio cuenta de que tenían mucho que ofrecer: sus tradiciones, su comida y su historia. Al final, no solo encontraron un nuevo hogar, sino también amigos que valoraron sus diferencias y aprendieron juntos.
La familia Pérez comprendió que, aunque habían dejado Marruecos, sus raíces siempre estarían con ellos. Y así, con coraje y amor, continuaron escribiendo su historia en un nuevo país, donde la amistad y el respeto eran el idioma que compartían con todos.
Al mirar atrás, todos coincidieron.
"¡Qué maravillosa aventura hemos tenido!" - dijeron, sonriendo mientras planeaban su próxima salida al parque con su nuevo grupo de amigos.
FIN.