La Aventura de Reyna y el Duende Mágico
En un pequeño y encantador pueblo de Argentina, vivía una niña llamada Reyna, a quien todos conocían por su increíble capacidad para soñar. Reyna tenía una imaginación desbordante y se pasaba horas dibujando dragones, caballeros y todo tipo de criaturas mágicas. Su mayor deseo era algún día conocer un dragón de verdad.
Un día, mientras paseaba por el bosque, Reyna se encontró con un pequeño duende llamado Olito. Olito era travieso, con una piel verde brillante y un gorro rojo que parecía tener vida propia.
"¡Hola, Reyna!" -exclamó Olito, haciendo una reverencia.
"¡Hola! ¿Tú también estás buscando un dragón?" -preguntó ella, con los ojos brillantes de emoción.
"No exactamente, pero puedo llevarte a un lugar donde podrías encontrar uno", respondió el duende.
Reyna sintió que su corazón latía con fuerza. El duende le pidió que lo acompañara a la montaña escondida donde viviría un dragón mágico. Sin pensarlo dos veces, Reyna aceptó la propuesta.
Mientras subían la montaña, Olito le contó a Reyna que el dragón que encontrarían era special.
"Este no es un dragón cualquiera. Es un dragón que guarda los sueños de los niños de todo el mundo. Se llama Draco" -dijo el duende.
Al llegar a la cima, Reyna se encontró frente a una cueva que resplandecía con una luz dorada. Abrió la puerta con cuidado y, para su sorpresa, allí estaba Draco, un dragón enorme con escamas que brillaban como el oro.
"¿Quién se atreve a entrar en mi cueva?" -rugió Draco, con una voz profunda y resonante.
Reyna, valiente como siempre, se adelantó.
"Soy Reyna, y he venido a conocerte. Olito me dijo que custodies los sueños de los niños".
Draco bajó la mirada y sonrió.
"Así es, pequeña soñadora. Cada vez que un niño sueña, yo guardo su sueño en mi corazón".
Reyna sintió una mezcla de felicidad y curiosidad.
"¿Cómo lo haces?" -preguntó.
"Cuando un niño sueña con algo hermoso, yo lo guardo. Pero cuando alguien deja de soñar, su sueño se desvanece" -explicó Draco.
Reyna se dio cuenta de algo importante. En ese momento, casi todos los niños del mundo estaban dejando de soñar. Había bajado los ojos.
"¿Qué puedo hacer yo para ayudarte?" -preguntó Reyna con determinación.
"Necesito que recuerdes tus sueños. Y también que hables con tus amigos sobre lo importante que es soñar. La imaginación es la esencia de la vida" -dijo Draco, enfatizando cada palabra.
Reyna prometió a Draco que regresaría al pueblo y compartiría su mensaje. Pero antes de irse, el dragón la miró con seriedad.
"Pero, Reyna, hay un problema... Un goliat oscuro está robando los sueños de los niños. Tienes que ser astuta y valiente para enfrentarlo".
Reyna decidió que no solo regresaría con un mensaje, sino que también ayudaría a recuperar los sueños perdidos. Olito se ofreció a ser su compañero.
"¡Vamos a ser un gran equipo!" -dijo el duende entusiasmado.
Juntos, bajaron la montaña y corredores del pueblo empezaron a notar que algo extraño estaba sucediendo. Les contaron a los adultos lo que estaba pasando, pero la mayoría no les creyó. Sin embargo, unos pocos niños se unieron a su causa.
Una noche, cuando el goliat oscuro llegó al pueblo, Reyna y sus amigos estaban listos. Utilizaron sus sueños como armas.
"¡Con nuestros sueños, vamos a detenerte!" -gritaron juntos, haciendo un círculo.
El goliat, sorprendido por la valentía de los niños, comenzó a desvanecerse ante el poder de la imaginación.
"¡No pueden hacerme esto!" -rugió, mientras se desintegraba en un mar de sombras.
Al día siguiente, todos los niños del pueblo despertaron con una sensación de alegría. Sus sueños estaban de regreso, y parecía que el mundo había cobrado vida otra vez.
"¡Lo logramos!" -exclamó Reyna.
Olito sonrió.
"Siempre creí en ti, Reyna. Tú y tus sueños son más poderosos de lo que imaginas".
Como recompensa por su valentía, Draco apareció una última vez para agradecerles a todos.
"Recuerden siempre, los sueños son magia. Nunca dejen de soñar" -les dijo, antes de volar lejos.
Desde entonces, Reyna se aseguró de que nunca se perdieran los sueños. Organizó noches de cuentos en el pueblo, donde todos compartían y contaban sus sueños. Se convirtió en la guardiana de la imaginación del pueblo, siempre alentando a los demás a soñar en grande.
Así, Reyna y Olito vivieron muchas más aventuras, llenas de magia, amistad y la certeza de que soñar es el primer paso hacia un futuro brillante y lleno de posibilidades.
FIN.