La aventura de Tom, Pablo y Lucas


En un tranquilo día de primavera en el campo, Tom el gato y Pablo el pato caminaban juntos por la orilla del arroyo. Disfrutaban del sol brillante y del suave murmullo del agua que fluía alegremente.

De repente, Pablo vio algo brillante entre las piedras. "¡Mira, Tom! ¡Una lata! Debe haber algo interesante adentro", exclamó emocionado el pato mientras se acercaba curioso. Sin pensarlo dos veces, Pablo metió su pata en la lata para ver qué había dentro.

Pero para su desgracia, la abertura era estrecha y al intentar sacarla, quedó atrapado con un gesto de sorpresa en su rostro.

Tom, que estaba unos pasos más adelante investigando una mariposa colorida, escuchó los chillidos de auxilio del pato. Se dio vuelta rápidamente y corrió hacia él. Al ver a Pablo con la pata atrapada en la lata, supo que tenía que ayudarlo.

"¡No te preocupes, Pablo! ¡Voy a sacarte de ahí!" dijo Tom con determinación mientras evaluaba la situación. Con todas sus fuerzas, el gato empujaba y tiraba de la lata tratando de liberar al pato. Pero no importaba cuánto lo intentara; parecía imposible moverla lo suficiente como para liberar a Pablo.

"¡No puedo salir! ¡Ayúdame por favor!" imploraba Pablo angustiado desde dentro de la lata. Tom se detuvo un momento a pensar. Recordó que cerca del arroyo vivía Lucas, un zorro muy astuto pero amistoso.

Sin dudarlo, corrió hacia allá dejando atrás al confundido patito atorado en su aprieto metálico. Al llegar donde Lucas le explicó rápidamente lo ocurrido y le pidió ayuda para salvar a su amigo Pablo.

Lucas asintió comprensivo y juntos regresaron velozmente hasta donde estaba el patito en aprietos. "Tranquilo amigo Patito," dijo Lucas tranquilizadoramente mientras analizaba la situación con calma. "Vamos a resolver esto juntos.

"El zorro buscó una rama larga y resistente cerca del arroyo y con habilidad logró hacer palanca entre las rocas justo debajo de la lata atrapada donde estaba inmovilizado el piecito de Pablo. Con cuidado pero firmeza fue levantando poco a poco hasta lograr liberar al pequeño patito sin lastimarlo ni dañarle su delicada extremidad.

Pablo salió finalmente libre y ileso gracias al ingenio colaborativo entre Tom quien buscó ayuda externa cuando vio sus esfuerzos insuficientes e implicativos junto con Lucas quien aplicó sabiamente sus habilidades naturales para resolver problemas complejos como aquellos.

"¡Gracias amigos! ¡Estoy tan contento!" exclamó feliz el patito ahora rescatado mientras agitaba sus alas extendidas en señal de alegría. "Y gracias por trabajar juntos para salvarme".

Los tres amigos celebraron aquella tarde con juegos divertidos junto al arroyo recordando siempre cómo superaron juntos aquel desafío inesperado fortaleciendo aún más los vínculos fraternales entre ellos.

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