La Batalla contra los Zombies


Había una vez un niño llamado Tomás que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques. Un día, algo terrible sucedió: los japoneses crearon un medicamento tóxico que se esparció por todos los supermercados del mundo.

Este medicamento convertía a las personas en zombies sedientos de sangre. Tomás estaba jugando en el parque cuando de repente vio a lo lejos a unas extrañas criaturas acercándose lentamente hacia él.

Eran zombies, con la piel pálida y los ojos vacíos. Asustado, corrió tan rápido como pudo hacia su casa mientras los zombies lo perseguían. Al llegar a su hogar, Tomás se dio cuenta de que uno de los zombies logró alcanzarlo y lo tenía acorralado.

"¡Ayuda! ¡Por favor, alguien ayúdame!" gritaba Tomás desesperadamente. En ese momento, apareció una figura misteriosa detrás del zombie. Era una niña con una bata blanca y lentes brillantes.

Se acercó al zombie y sacó un frasco con un líquido brillante. El zombie retrocedió asustado ante la luz del líquido y la niña roció un poco sobre la herida que el zombie le había hecho a Tomás.

El efecto fue instantáneo: la herida dejó de dolerle a Tomás y el zombie parecía confundido por unos segundos antes de alejarse tambaleándose. La niña sonrió dulcemente y le dijo a Tomás: "No temas, esto te protegerá del virus zombi". Tomás estaba sorprendido pero agradecido por haber sido salvado.

La niña le explicó que ella era científica y que había creado un antídoto para contrarrestar los efectos del medicamento tóxico japonés.

Desde ese día, Tomás decidió ayudar a la científica a distribuir el antídoto entre las personas infectadas para salvarlos de convertirse en zombies. Juntos recorrieron calles y casas llevando esperanza y cura a aquellos que lo necesitaban.

Con valentía, determinación y trabajo en equipo lograron detener la propagación del virus zombi en el pueblo y devolver la tranquilidad a todos sus habitantes. Y así, gracias al coraje de un niño llamado Tomás y la sabiduría de una joven científica, el malvado plan japonés fue frustrado y la paz volvió a reinar en aquella pequeña comunidad.

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