La Canción de Navidad Perdida



Era una vez en un pueblo pequeño llamado Villanieve, donde todos los años se celebraba una fiesta muy especial en Navidad. Cada diciembre, los habitantes se reunían en la plaza central y cantaban una canción de Navidad que hacía brillar las luces del árbol más grande del pueblo. Sin embargo, este año, la canción había desaparecido misteriosamente.

Los niños del pueblo, liderados por una valiente nena llamada Lucía, decidieron que no podían dejar que la Navidad se sintiera incompleta sin su canción.

"No podemos permitir que la magia de la Navidad se esfume", dijo Lucía con determinación.

"¿Y si buscamos a alguien que nos ayude a encontrarla?", sugirió su amigo, Mateo.

Decididos a no rendirse, Lucía, Mateo y sus amigos, Juan y Sofía, comenzaron su búsqueda. La primera parada fue la casa de la anciana del pueblo, la señora Clara, que siempre contaba historias fascinantes.

"Señora Clara, ¿sabe usted algo sobre la canción de Navidad?", preguntó Lucía.

"Hace muchos años, la canción fue composta por un músico famoso que vivió aquí. Dicen que la guardó en un lugar muy especial", respondió Clara, sonriendo con picardía.

Los niños se miraron emocionados.

"¡Vamos a buscarla!", exclamó Mateo. Así, comenzaron a investigar. Primero, visitaron el bosque encantado que estaba al final del pueblo.

Al entrar al bosque, comenzaron a escuchar extraños sonidos.

"¿Qué es eso?", preguntó Sofía con miedo.

"Quizás sean los duendes que protegen la canción", sugirió Juan con curiosidad.

Mientras exploraban, encontraron un duende llamado Tico, que parecía triste.

"¿Por qué lloras, Tico?", le preguntó Lucía.

"He perdido la melodía que había guardado durante años. Sin ella, la Navidad no será mágica", respondió el duende.

"Nosotros estamos buscando una canción de Navidad, ¿te gustaría ayudarnos?", dijo Mateo con esperanza.

Tico aceptó ayudarles y, juntos, comenzaron a buscar la melodía perdida. Tico les mostró un árbol gigante donde, según la leyenda, cantaban los vientos de Navidad.

"Si escuchamos cuidadosamente, quizás podamos encontrar la canción en estas melodías", sugirió Tico. Todos se sentaron alrededor del árbol y comenzaron a cantar juntos, tratando de combinar sus voces con los susurros del viento.

Pero, por más que intentaron, la canción seguía siendo esquiva. Así que eligieron hacer algo diferente.

"¡Cantemos nuestras propias canciones!", propuso Juan.

"Cada uno puede contar una historia sobre la Navidad", añadió Sofía.

Y así lo hicieron. Cantaron sobre los regalos, las luces, la amistad y la alegría del compartir. Mientras lo hacían, el viento se fue intensificando y comenzó a resonar una melodía que nunca habían escuchado. Con cada nota, las luces del árbol comenzaron a encenderse, una a una.

Tico miró asombrado.

"¡Lo han logrado! Han creado la melodía que estaba perdida. Parece que la verdadera esencia de la canción de Navidad está en el espíritu que cada uno de ustedes comparte. ¡Canten juntos y la magia florecerá!"

Así, los niños y Tico cantaron con todas sus fuerzas, creando una nueva canción de Navidad. Cuando terminaron, una brillante estrella se posó sobre el árbol, iluminando toda la plaza con su luz dorada.

"¡Es un verdadero milagro!", exclamó Lucía con alegría.

"Gracias, Tico", dijo Mateo, "ahora sabemos que la canción no solo es una melodía, sino lo que llevamos en nuestros corazones."

Y así, el pueblo de Villanieve celebró la Navidad más especial de todas, llena de risas, canciones inventadas y la alegría de estar juntos. Desde entonces, cada año, los habitantes de Villanieve no solo cantan la canción, sino que también crean sus propias historias, recordando que la magia de la Navidad se encuentra en el amor y la amistad que comparten.

Y así, la canción de Navidad nunca volvió a estar perdida, porque siempre resonaba en los corazones de quienes se reunían para celebrarla.

FIN.

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