La casa embrujada
En un pequeño pueblo llamado Pueblo Alegre, se encontraba una casa misteriosa y tenebrosa en la colina. La gente del lugar decía que estaba embrujada y que nadie se atrevía a acercarse a ella.
Sin embargo, dos valientes niños, Sofía y Juan, decidieron investigar por su cuenta. Una tarde de otoño, mientras jugaban en el parque, vieron la casa embrujada y sintieron curiosidad por descubrir qué había dentro.
Se miraron con determinación y sin dudarlo un segundo, se tomaron de la mano y subieron la colina hasta llegar a la puerta principal de la casa. "¿Crees que realmente esté embrujada?", preguntó Sofía nerviosa. "No lo sé, pero no podemos retroceder ahora.
Debemos ser valientes", respondió Juan con determinación. Con paso firme, empujaron la puerta chirriante y entraron en la oscura casa.
En su interior todo estaba cubierto de polvo y telarañas, las ventanas estaban tapiadas y el ambiente era frío como el hielo. De repente, escucharon un ruido extraño que venía del piso de arriba. Sin pensarlo dos veces, subieron las escaleras sigilosamente hasta llegar a una habitación donde encontraron un viejo baúl cubierto de cadenas oxidadas.
Con mucho esfuerzo lograron abrirlo y descubrieron que dentro había un antiguo libro lleno de hechizos oscuros. "¡Esto debe ser lo que mantiene embrujada esta casa!", exclamó Sofía sorprendida. "Debemos encontrar una manera de romper este hechizo", agregó Juan pensativo.
Decididos a deshacerse del mal que acechaba la casa embrujada, los niños buscaron en el libro una solución.
Encontraron un conjuro para romper el hechizo pero necesitaban reunir ingredientes muy particulares: una pluma de cuervo negro y una lágrima sincera. Con valentía salieron nuevamente al exterior en busca de los ingredientes requeridos.
Después de muchas aventuras lograron obtenerlos: encontraron una pluma negra en el bosque cercano y una lágrima sincera brotó cuando recordaron lo valientes que habían sido durante toda esa experiencia. Regresando a la casa embrujada con los ingredientes en sus manos temblorosas recitaron el conjuro en voz alta mientras sostenían firmemente el libro abierto frente a ellos.
Una luz brillante iluminó la habitación seguida por un fuerte estruendo que sacudió toda la estructura de la casa. Cuando abrieron los ojos vieron mariposas multicolores revoloteando alrededor suyo indicando que finalmente habían logrado desembrujarla con éxito.
La casa ahora parecía más cálida y acogedora como si le hubieran devuelto su alegría perdida después de tanto tiempo bajo aquel maleficio. Los niños salieron victoriosos sabiendo que juntos podían superar cualquier desafío si permanecían unidos e impulsados por valores como valentía, amistad y solidaridad.
Desde ese día en adelante, todos en Pueblo Alegre supieron que nada era imposible si se enfrentaban a ello con coraje y determinación.
FIN.