La casita encantada de Sofía
En un pequeño pueblo rodeado de un frondoso bosque vivía una niña llamada Sofía. Sofía era muy curiosa y siempre estaba en busca de aventuras.
Un día, mientras jugaba en el jardín de su casa, vio algo brillar entre los árboles del bosque. Intrigada, decidió adentrarse en el bosque para descubrir qué era ese destello misterioso. Mientras caminaba entre los árboles, notó que el bosque parecía cobrar vida a su alrededor.
Los pájaros cantaban alegremente y las mariposas revoloteaban a su alrededor. De repente, Sofía se encontró con una casita muy peculiar en medio del bosque. La casita parecía sacada de un cuento de hadas, con ventanas coloridas y un techo puntiagudo.
Sin pensarlo dos veces, la valiente niña decidió acercarse. Al llegar a la puerta de la casita, esta se abrió lentamente y apareció una voz suave que dijo: "¡Bienvenida, querida Sofía! Estaba esperando tu llegada".
Sorprendida, Sofía entró a la casita y conoció a sus nuevos amigos: un conejito parlanchín llamado Peluche y un duende travieso llamado Trasto. "¿Cómo sabían mi nombre?", preguntó Sofía asombrada. "Sabemos muchas cosas sobre ti", respondió Peluche con una sonrisa.
"Hemos estado observándote desde hace tiempo", agregó Trasto con picardía. Los tres amigos pasaron horas divirtiéndose juntos en la casita del bosque. Peluche les contaba cuentos fantásticos, Trasto hacía trucos mágicos y Sofía reía sin parar.
Pero cuando empezaba a anochecer, Peluche les advirtió:"Debes volver a casa antes de que caiga la noche en el bosque". Sofía se despidió de sus nuevos amigos prometiendo volver pronto.
Mientras caminaba de regreso a casa, recordaba lo emocionante que fue su aventura en el bosque y lo feliz que se sintió al hacer nuevos amigos tan especiales. Desde ese día, Sofía visitaba regularmente la casita del bosque para jugar con Peluche y Trasto.
Aprendió que la verdadera magia está en la amistad sincera y en abrirse a nuevas experiencias. Y así, entre risas y juegos mágicos, la valiente niña descubrió que no hay límites para la imaginación cuando se tiene un corazón lleno de bondad y alegría.
Y colorín colorado este cuento ha terminado... ¡por ahora!
FIN.