La Celebración de los 64 Años de la Escuela Manuel Espinosa Batista



Era un día soleado y hermoso en la escuela Manuel Espinosa Batista, donde una niña llamada Lissa, de 8 años, estaba llena de emoción.

"¡Hola a todos! Soy Lissa, y hoy no es un día cualquiera. ¡Hoy la escuela cumple 64 años!"

Dijo ella, con su vestido rosa y una corona que la hacía parecer una verdadera reina.

Durante semanas, toda la escuela había estado preparando festejos para este día tan especial.

Lissa, con su carisma y dedicación, había sido elegida como la reina de la celebración.

"¡Vamos, equipo! ¿Qué tenemos que hacer para que este día sea inolvidable?"

Preguntó a sus amigos, entusiasmada.

Sus compañeros, Juan, Ana y Lucas, se unieron a ella para organizar una serie de sorpresas y eventos.

"Podríamos hacer un desfile de disfraces de épocas pasadas" - sugirió Ana.

- “Sí, y también una exhibición de talentos" - añadió Lucas, emocionado.

"¡Eso suena genial! Pero necesitamos que todos participen" - dijo Lissa, pensando en cómo involucrar a más compañeros.

Así fue como, en la semana del aniversario, la escuela se transformó en un lugar mágico. Hicieron un concurso de talentos, donde cada niño podía mostrar sus habilidades.

Un violín, una danza folclórica y hasta un truco de magia sorprendieron a los asistentes.

"¡Qué genial, Lissa! Esta fiesta es un éxito" - le dijo Juan tras ver la presentación de un compañero.

"Pero, amigos, no todo es festejar. También tenemos que recordar por qué estamos aquí" - respondió Lissa.

Durante el evento principal, Lissa tomó el micrófono y, sensible a la historia de su escuela, contó sobre sus orígenes.

"La escuela Manuel Espinosa Batista ha sido un lugar de aprendizaje, amistad y crecimiento. Es importante que hoy celebremos, pero también que honremos a todos los que pasaron por estas aulas".

El público la aplaudió mientras ella hablaba. En ese instante, una idea brilló en la mente de Lissa.

"¡Vamos a hacer un mural!" - dijo emocionada.

"¿Un mural?" - preguntó Lucas, curioso.

"Sí, un mural donde todos podamos dejar nuestra huella. Podremos pintarlo con cosas que aprendimos aquí" - explicó Lissa, llena de emoción.

Así fue como todos los alumnos se unieron en la tarde del aniversario. Cada uno trajo un pincel, un color y algo que significara su experiencia en la escuela.

Se vio una mezcla de risas, pintura y mucha creatividad.

"¡Mirá, Lissa, el mío representa nuestras clases de ciencias!" - dijo Juan, mostrando una nube y un rayo.

Fue un momento mágico: todos estaban colaborando para crear algo único y especial que perduraría en el tiempo.

Al final del día, el mural estaba colmado de color y significados, y todos se sintieron orgullosos.

"¡Esto es increíble! ¡Nuestra marca en la historia de la escuela!" - exclamó Lissa, emocionada.

La fiesta finalizó con una gran torta con 64 velitas, cantando juntos.

"¡Feliz cumpleaños, escuela!" - gritaron todos al unísono.

Lissa sonreía, mirando a sus amigos y al mural.

"Todo esto es gracias a la dedicación de cada uno de ustedes. Juntos hacemos la diferencia" - concluyó ella, sabiendo que habían celebrado no solo un aniversario, sino la unión y el valor de ser parte de un lugar tan especial.

FIN.

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