La Cruz del Avestruz



Había una vez, en la sabana africana, un avestruz muy especial que vivía en lo alto de una cruz. Era un lugar bastante extraño para vivir, pero este avestruz era diferente a los demás.

Tenía un espíritu aventurero y siempre buscaba nuevas formas de divertirse. Un día, mientras jugaba con sus amigos en la base de la cruz, el avestruz se resbaló y cayó al suelo.

Sus amigos corrieron hacia él preocupados y le preguntaron si estaba bien. -¿Estás herido? -preguntó el elefante. -No puedo moverme -respondió el avestruz con tristeza-. Creo que me rompí una pierna. Sus amigos no sabían qué hacer.

La cebra sugirió llamar a alguien para ayudar, pero estaban muy lejos del pueblo más cercano. El hipopótamo pensó en llevarlo sobre su espalda hasta allá, pero estaba demasiado lastimado para soportar el peso. Entonces apareció un zorro astuto que había estado observándolos desde lejos.

Se acercó al grupo y les dijo:-No se preocupen chicos, yo sé cómo ayudarlo. Conozco a alguien que puede curarlo sin necesidad de ir al pueblo. Los animales miraron al zorro con desconfianza.

No lo conocían y temían por la seguridad del avestruz herido. -¿Quién es ese alguien? ¿Cómo sabemos que podemos confiar en él? -preguntó el león con voz grave. -Es un anciano sabio que vive en las colinas cercanas -respondió el zorro-.

Él ha curado a muchos animales antes, y estoy seguro de que puede ayudar a nuestro amigo. Los animales se miraron entre sí. No sabían si confiar en el zorro, pero no tenían otra opción. Decidieron seguirlo hasta las colinas para encontrar al anciano sabio.

Cuando llegaron, encontraron al anciano sentado frente a una hoguera. Él les preguntó qué había sucedido y los animales le explicaron lo que había pasado con el avestruz. El anciano miró al ave herida y sonrió.

-No te preocupes pequeño amigo -dijo-. Yo sé cómo curarte. Entonces comenzó a preparar una poción mágica con hierbas y raíces que tenía guardadas en su cabaña. Después de beber la poción, el avestruz sintió un calor reconfortante en todo su cuerpo.

Se levantó lentamente y descubrió que podía caminar sin dolor otra vez. -¡Gracias! ¡Estoy curado! -exclamó el avestruz emocionado. Los animales celebraron juntos mientras el zorro sonreía satisfecho por haber ayudado a sus amigos.

Desde ese día, todos aprendieron la importancia de confiar en los demás y pedir ayuda cuando la necesitan. A partir de entonces, el avestruz decidió vivir en tierra firme como cualquier otro animal del bosque.

Todos los días visitaba al anciano sabio para aprender más sobre las plantas medicinales y cómo cuidar mejor de sí mismo y sus amigos.

Y así fue como este pequeño incidente llevó a grandes cambios en la vida del aventurero avestruz que aprendió una importante lección: nunca tengas miedo de pedir ayuda y confiar en aquellos que te rodean.

FIN.

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