La cueva mágica de Pelusa y sus amigos



Había una vez un conejo llamado Pelusa que vivía en un hermoso bosque junto a sus amigos: el mapache, la ardilla, la tortuga y su mamá. Todos los días se reunían para jugar y explorar juntos.

Un día, mientras jugaban cerca del río, encontraron algo muy especial. Era un mapa antiguo con una X marcada en él. Todos se emocionaron mucho pensando en la posibilidad de encontrar algún tesoro escondido.

Decidieron seguir el mapa y descubrir qué había en ese lugar misterioso. Con mucha emoción, comenzaron su aventura siguiendo las indicaciones del mapa. Caminaron durante horas hasta llegar a un árbol gigante con una cueva escondida debajo de sus raíces.

Todos se miraron entre sí y decidieron entrar con precaución. Dentro de la cueva encontraron montones de piedras brillantes y coloridas.

¡Era como si estuvieran dentro de un arcoíris! Pero lo más asombroso fue cuando vieron a una pequeña hada sentada sobre un tronco. - ¡Hola amiguitos! - exclamó el hada con voz dulce - ¿Qué les trae por aquí? - Encontramos este mapa y seguimos las indicaciones hasta aquí, pero no sabemos qué hacer ahora - respondió Pelusa.

El hada sonrió y les explicó que las piedras eran muy especiales porque cada una tenía un poder mágico diferente. Les dijo que podían elegir una piedra cada uno como recompensa por haber encontrado su hogar secreto.

Pelusa eligió una piedra azul que le daba habilidades para correr más rápido que el viento. El mapache eligió una piedra verde que le permitía volar como un pájaro. La ardilla eligió una piedra amarilla que la hacía trepar árboles con facilidad.

La tortuga eligió una piedra roja que le daba fuerza para moverse rápidamente. Cuando llegó el turno de mamá conejo, ella no quiso elegir ninguna piedra para sí misma.

En su lugar, pidió al hada que le diera una pequeña bolsa llena de semillas mágicas. - Estas semillas son especiales - dijo mamá conejo - Pueden hacer crecer cualquier cosa que deseen si las cuidan y riegan todos los días. Después de recibir sus regalos mágicos, decidieron regresar a casa.

Pelusa corrió tan rápido como nunca antes, el mapache voló sobre ellos, la ardilla saltaba entre los árboles y la tortuga se movía más rápido de lo normal.

Al llegar al bosque, cada uno decidió utilizar sus poderes mágicos para ayudar a los demás animales del bosque. Pelusa corrió por todo el bosque llevando alimentos a aquellos que no podían encontrar comida fácilmente.

El mapache voló alto en el cielo para buscar nidos abandonados y proteger a los polluelos indefensos. La ardilla utilizó su habilidad para trepar árboles y recolectar nueces y frutas para compartir con los animales hambrientos. Y la tortuga usó su nueva fuerza para limpiar el río y mantenerlo libre de basura.

Mamá conejo plantó las semillas mágicas en un área especial del bosque y cada día las regaba con amor.

Pronto, hermosas flores y frutas comenzaron a crecer en ese lugar, convirtiéndose en un jardín maravilloso para que todos los animales disfrutaran. Con el tiempo, el bosque se volvió un lugar más feliz y próspero gracias a la ayuda de Pelusa y sus amigos. Aprendieron que la verdadera magia está en ayudar a los demás y cuidar de su hogar.

Y así, el conejo y sus amigos vivieron felices para siempre, compartiendo su amor y bondad con todos los habitantes del bosque.

FIN.

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