La Estatua Encantada



Había una vez un niño llamado Lucas que vivía en un pequeño pueblo. Lucas era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Un día, mientras exploraba el bosque cerca de su casa, encontró una estatua misteriosa.

La estatua representaba a un pájaro colorido con las alas extendidas. Pero lo más sorprendente era que la estatua parecía moverse ligeramente cuando nadie estaba mirando. Esto despertó la curiosidad de Lucas, quien decidió investigar más.

Lucas pasaba horas observando la estatua desde diferentes ángulos y perspectivas, tratando de descubrir cómo se movía. Estudiaba cada detalle minuciosamente y tomaba notas en su cuaderno sobre sus observaciones.

Un día, mientras Lucas estaba ocupado examinando la estatua, escuchó una voz detrás de él. Era su abuelo, Don Ernesto. "¿Qué tanto te tiene fascinado esa estatua?", preguntó Don Ernesto con una sonrisa en su rostro arrugado.

"¡Abuelo! ¡Es increíble! Esta estatua se mueve cuando nadie está mirando", respondió emocionado Lucas. Don Ernesto asintió comprensivamente y le dijo: "Lucas, es maravilloso que encuentres algo tan interesante para ti. Pero recuerda que también hay cosas importantes fuera de esa estatua".

Estas palabras resonaron en la mente de Lucas durante toda la noche. Al día siguiente, decidió tomar el consejo de su abuelo y salir a explorar otros lugares del pueblo. Mientras caminaba por las calles del pueblo, descubrió una tienda de arte.

Decidió entrar y, para su sorpresa, encontró un taller de escultura. El dueño del taller, Don Roberto, era un hombre amable y talentoso que le ofreció a Lucas la oportunidad de aprender sobre el arte de la escultura.

Lucas aceptó emocionado y comenzó a tomar clases con Don Roberto. A medida que aprendía más sobre la escultura, Lucas se dio cuenta de que había mucho más en el mundo del arte que solo esa estatua misteriosa.

Descubrió cómo dar vida a sus propias creaciones y expresarse a través del arte. Un día, cuando regresaba al bosque donde había encontrado la estatua, Lucas llevaba consigo una pequeña figura tallada por él mismo.

Colocó su figura junto a la estatua misteriosa y se dio cuenta de algo increíble: ¡la estatua parecía sonreír! Lucas entendió entonces el verdadero significado detrás del movimiento de la estatua. No se trataba solo de moverse físicamente, sino también de sentirse vivo y conectado con el mundo que lo rodeaba.

Desde ese día en adelante, Lucas continuó explorando su pasión por el arte. Se convirtió en un famoso escultor y compartió sus obras con personas de todo el mundo.

Y aunque nunca descubrió completamente los secretos detrás del movimiento de esa estatua misteriosa, aprendió que hay muchas formas diferentes en las que algo puede —"moverse"  en este mundo: desde una sonrisa amable hasta una obra maestra tallada en piedra.

Así es como Lucas dejó atrás su obsesión por la estatua misteriosa y descubrió su verdadera pasión en el arte. A partir de ese momento, se prometió a sí mismo siempre estar abierto a nuevas experiencias y nunca dejar de buscar la belleza en cada rincón del mundo.

Y así, Lucas vivió una vida llena de aventuras y descubrimientos, recordando siempre las sabias palabras de su abuelo: "Hay cosas importantes fuera de esa estatua".

FIN.

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