La Extraña Amistad de Kiara y Lucio



En un pequeño pueblo argentino, donde la gente se conocía por apodos y las aventuras eran cosa del día a día, vivían dos amigos algo peculiares: Kiara y Lucio. Kiara era una chica alta, con una personalidad fuerte que a menudo se expresaba con un tono un poco grosero. Aunque la mayoría la veía como una chica dura, en el fondo era muy amable. Lucio, por otro lado, era chistoso y siempre estaba listo para hacer reír a los demás, pero también tenía un carácter un tanto enojón. La gente solía confundir sus bromas con desavenencias y creían que se odiaban.

Un día, la profesora de la escuela, la señora Martinez, decidió organizar una obra de teatro. Kiara y Lucio, como siempre, se ofrecieron a ayudar, aunque en el fondo se estaban diciendo cosas entre ellos.

"¿Por qué siempre tenés que hacer las cosas tan complicadas, Lucio?" - le dijo Kiara con tono sarcástico, mientras colocaba un cartel mal hecho.

"Yo no complico, simplemente tengo mejores ideas que vos. Además, lo tuyo es solo ruido" - respondió Lucio, riéndose.

Sin embargo, mientras preparaban la obra, en momentos de silencio, Kiara se encontró pensando en Lucio. Ella no solo lo veía como su compañero, sino que, en sus pensamientos más profundos, sentía algo más fuerte. Pero siempre lo ocultaba tras su fachada.

Los ensayos avanzaban, y en momentos de frustración, Kiara se mandaba una frase que sonaba más como un insulto que como una crítica constructiva.

"Si fueras un poco más serio, esto funcionaría mejor, Lucio. Hay que hacer las cosas bien, a veces no todo es chiste".

Pero a Lucio le divertía la actitud de Kiara, y aunque no se daba cuenta de los verdaderos sentimientos de su amiga, disfrutaba de su compañía. Un día, ellos estaban ensayando y Kiara se resbaló. En lugar de ayudarla de inmediato, Lucio soltó una hasta entonces divertida frase:

"¿Te estás transformando en un tidal que hace piruetas acaso?".

Al oír esto, Kiara se sonrojó, pero sí supo que en el fondo había una relación especial, aunque no lo quisieran admitir.

Un tiempo más tarde, mientras realizaban los ensayos de la obra, Kiara notó que se acercaba el día de la presentación y eso la puso nerviosa. Para ocultar su ansiedad, comenzó a comportarse aún más grosera y distante.

"No importa cuánto ensayes, cada vez más me parece que el nombre del personaje es demasiado ambicioso para vos" - le tiró Kiara a Lucio en un tono burlón.

"Mirá quién habla, si vos con suerte podés recordar tu propio nombre" - replicó Lucio, pero de repente se detuvo al ver la tristeza en los ojos de su amiga.

Un giro ocurrió cuando el día de la presentación llegó. Lucio se dio cuenta, justo antes de entrar al escenario, que había olvidado su línea más importante. Miró a Kiara con preocupación y, por primera vez, la vio de una manera diferente.

"No puedo hacerlo sin vos" - le dijo a Kiara, su tono era serio y sincero.

Kiara se quedó en silencio.

"¿De verdad me necesitás?" - preguntó ella, sintiendo el corazón latir con fuerza.

"Por supuesto. Siempre me has apoyado, aunque de una forma rara. Solo apoyame ahora y todo estará bien."

Ese minuto cambió todo. Kiara sonrió, su lado amable brilló en ese instante, y se acercó a Lucio.

"No te preocupes, Lucio. Estaré a tu lado, como siempre", dijo con una voz suave.

La obra resultó ser un éxito, y en medio de los aplausos, ambos se dieron cuenta de que su amistad era más importante de lo que pensaban.

Después de la obra, Lucio se volvió hacia Kiara y, sin darse cuenta, dejó que sus verdaderos sentimientos afloraran.

"Kiara, no sé si alguna vez te di la impresión de que no lo valoraba, pero siempre me importa lo que piensas. Aunque a veces me saques de quicio, como hoy!"

"Ah, ¿así que finalmente nos vamos entendiendo?" - bromeó Kiara, pero en su interior, sentía alegría por su respuesta.

Con el tiempo, aprendieron que el amor y la amistad podían coexistir y que, a veces, las palabras que se dicen con más fuerza esconden sentimientos profundos. Aunque Kiara seguía actuando de manera grosera a veces, Lucio solía tejer bromas que causaban risas, y así, en ese juego de palabras, cada uno en su propio mundo, la relación entre ellos se hizo más fuerte.

FIN.

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