La Fábrica de Sueños de Luna



En un rincón muy especial del mundo, había un bosque encantado donde los árboles brillaban suavemente con colores vibrantes. La entrada del bosque parecía un umbral a la magia misma, y cada vez que un niño daba un paso dentro, podía sentir cómo la fantasía lo envolvía. En el corazón de este bosque se encontraba la Fábrica de Sueños, un edificio colorido y acogedor, lleno de herramientas mágicas y frascos de sueños de todos los colores.

Un día, mientras los animales del bosque jugaban y cantaban, un nuevo visitante apareció en la entrada: una niña llamada Sofía, quien había escuchado historias sobre la maravillosa Fábrica de Sueños.

"¡Hola, pequeña!", la saludó el hada Luna, cuyos alas brillaban como estrellas. "¿Buscas algo especial aquí?"

"Sí, hada Luna. Quiero un sueño que me haga volar como ustedes los hadas!".

Luna sonrió con ternura, pero le dijo:

"¡Eso suena emocionante, pero volar no es solo cuestión de tener un sueño! Se necesita sacrificio, creatividad y un buen corazón para hacer que los sueños se hagan realidad".

Sofía frunció el ceño.

"¿Sacrificio? ¿Qué significa eso?"

"Sacrificio es dar lo mejor de uno mismo, estar dispuesta a aprender y ayudar a los demás. Comezaremos a preparar tu sueño, pero primero tendrás que ayudarme y a mis ayudantes".

Curiosa, Sofía aceptó la propuesta. Junto a Luna y sus ayudantes, el travieso duende Tico y la sabia tortuga Nela, comenzaron a trabajar en la Fábrica de Sueños. Tenían que recolectar ingredientes mágicos: pétalos de flores risueñas, polvo de estrellas y susurros de ríos.

Mientras recolectaban, encontraron un arroyo.

"¡Observá, Sofía!", dijo Tico brincando. "Si escuchás con atención, el arroyo tiene una canción".

"¿De verdad?".

"Sí. Cada lugar en el bosque tiene su propio sonido. Si querés volar, debés conectar con la música de la naturaleza".

Así que Sofía se sentó en la orilla y escuchó. Al comenzar a oír la melodía, sintió que algo dentro de ella despertaba. Luego, continuaron su camino y lograron recolectar todos los ingredientes necesarios. La Fábrica de Sueños estaba a punto de entrar en acción.

"¡Ahora, a mezclar esos ingredientes!" exclamó Luna. Luego, vertieron cada frasco en un gran caldero burbujeante. Los colores danzaban en el aire, y la magia comenzaba a fluir.

Sin embargo, en medio del proceso, un fuerte viento sopló, haciendo que la mezcla se derramara y se descontrolara.

"¡Oh no!", gritó Luna, intentando estabilizar el caldero.

"¡Ayuda!" pidió Sofía, con los ojos abiertos como platos.

"¡Tengo una idea!", exclamó Nela. "Si todos trabajamos juntos, podremos restaurar la magia".

Así, Sofía recordó todo lo que había aprendido sobre el bosque y todo lo que había escuchado. Se unió a las melodías del arroyo, mientras Tico y Nela hacían lo mismo. Con cada sonido, la mezcla comenzó a calmarse, y finalmente, el caos se convirtió en un bello sueño resplandeciente.

Luna miró a Sofía, impresionada.

"Lo lograste, ¡ahora podés volar en tus sueños!".

"Pero no lo hice sola. Todos ayudamos juntos", respondió Sofía, llenándose de orgullo.

Con el sueño preparado, Luna le entregó a Sofía un frasco lleno de polvo de estrellas.

"Recuerda, siempre puedes volver al bosque para aprender y crear más sueños".

"¡Gracias, Luna!", exclamó Sofía emocionada.

Y así, cada vez que Sofía deseaba volar, cerraba los ojos y sentía la música del bosque. Aprendió que con esfuerzo y colaboración, no solo podía alcanzar sus sueños, sino también ayudar a otros a hacer los suyos. El bosque encantado siempre estaría esperando su regreso, y cada vez que cruzaba esa mágica entrada, se llenaba de nuevas aventuras.

Desde ese día, Sofía sabía que los sueños son como las estrellas: deben ser perseguidos y cuidados para brillar con todo su esplendor.

FIN.

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