La Flor Valiente



Había una vez en un hermoso jardín, una flor llamada Lila. Sus pétalos eran de un intenso color violeta, y en su centro brillaban destellos de amarillo, que la hacían ver realmente mágica. Todas sus compañeras, las otras flores, la miraban con admiración y le decían:

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- ¡Mirá lo hermosa que sos, Lila! Tenés los colores más bonitos de todo el jardín.

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- ¡Es verdad! ¿Cómo podés ser tan brillante?

Lila sonreía con humildad y respondía:

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- Gracias, amigas. Yo solo trato de ser feliz y disfrutar del sol. La alegría se refleja en mi color.

Las flores la admiraban no solo por su belleza, sino también por su maravillosa actitud, que les recordaba siempre que ser felices traía luz a sus vidas.

A medida que pasaban los días, el invierno se acercaba al jardín. Las hojas de los árboles comenzaron a caer, y pronto la nieve cubrió todo, transformando el jardín en un paisaje blanco y frío.

Las demás flores sintieron miedo y se desvanecieron, dejando solo a Lila. A pesar del frío extremo, Lila no quería rendirse. Mirando la nieve caer, exclamó:

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- ¡Voy a quedarme aquí y enfrentar este invierno con alegría! No puedo dejar que el frío me detenga.

Al principio, las otras flores pensaban que Lila estaba loca.

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- ¿Por qué no te vas, Lila? Ya no hay sol, y el invierno es muy fuerte.

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- No puedo dejar de ser yo misma. La alegría está en mi corazón. Aunque el jardín esté frío y blanco, yo tengo el poder de seguir brillando.

Las semanas pasaron, y mientras el viento soplaba con fuerza y la nieve cubría todo, Lila empezó a atraer a pequeñas criaturas del jardín. En su lecho de nieve, los pájaros volaban a su alrededor, y los pequeños ratoncitos de campo se acercaban curioseando.

Un día, cuando el sol salió tímidamente detrás de las nubes grises, Lila extendió sus pétalos. Era el momento de mostrar su belleza, dando pequeños destellos de luz.

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- ¡Miren! ¡Lila sigue aquí! - exclamó un pajarito.

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- ¡Es hermosa! - dijo otro, mientras se posaba en su pétalo.

Los animales del jardín comenzaron a notarla y a visitarla.

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- Gracias por ser tan valiente, Lila. Tu alegría nos contagia.

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- Sí, ¡nos hace sentir que el invierno no es tan malo! - agregó un ratoncito.

Lila, siempre sonriendo, les decía:

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- ¡Eso es! La vida continúa, incluso en invierno. Podemos disfrutar de su belleza, si nos mantenemos alegres y unidos.

Con el paso de los días, la nieve comenzó a derretirse debido al calor del sol, y Lila fue la primera flor en ver la llegada de la primavera. Los colores empezaron a brotar nuevamente en el jardín, y Lila sonreía feliz, sabiendo que había resistido el invierno con su alegría.

Cuando todas sus compañeras flores regresaron, se maravillaron de la valentía de Lila.

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- ¡Eras la única que quedó en el jardín! - dijo una margarita.

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- Sí, y has mantenido la luz de nuestra amistad en un momento difícil - añadió otra flor.

Lila miró a sus amigas con ternura y respondió:

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- Solo quería mostrarles que, aunque el invierno sea difícil, nuestra alegría puede mantenernos unidos. No importa cuán frío sea el mundo, siempre hay un lugar para la luz en nuestros corazones.

Y así, Lila se convirtió en la flor más admirada del jardín, siendo un símbolo de valentía y alegría. Recordaron siempre que la verdadera belleza no solo reside en los colores, sino también en lo que llevamos adentro. Al final, el jardín floreció más que nunca, resplandeciendo con los colores y la felicidad de todas sus habitantes.

Y cada invierno, aunque el frío intentara volver, Lila estaba lista con su sonrisa, iluminando su rincón del jardín. Y así, el ciclo de la vida continuó, lleno de risas, colores, y un poco de magia.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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