La gran carpa de Mateo


Había una vez un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, donde todos los domingos se celebraba el famoso Circo Domingo.

Era un evento muy esperado por todos los niños del lugar, ya que podían disfrutar de increíbles acrobacias, payasos divertidos y animales exóticos. Pero aquel domingo amaneció lluvioso, y las nubes grises cubrían todo el cielo. Los habitantes de Villa Alegre estaban tristes porque pensaban que el circo tendría que cancelarse debido al mal clima.

Entre ellos se encontraba Mateo, un niño curioso y valiente que siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás. Al ver la tristeza en los rostros de sus vecinos, decidió hacer algo para cambiar la situación.

Mateo corrió hasta su casa y tomó su paraguas más grande.

Luego fue hasta el campo donde se instalaba el circo y le propuso al dueño del espectáculo una idea brillante: "¡Podemos montar el circo bajo techo! ¡Yo puedo conseguir una carpa grande para protegerlo de la lluvia!"El dueño del circo quedó sorprendido por la iniciativa de Mateo y aceptó su propuesta. Juntos buscaron en todo el pueblo algo que pudiera servir como carpa improvisada, pero no encontraron nada lo suficientemente grande.

Fue entonces cuando apareció don Pedro, un viejo inventor del pueblo conocido por construir cosas maravillosas con objetos reciclados. Mateo le explicó la situación y don Pedro sonrió: "Tengo justo lo que necesitan".

Don Pedro llevó a todos al taller donde guardaba sus inventos secretos y sacó un automotor viejo, abandonado en el fondo. Con mucha imaginación y trabajo en equipo, transformaron el automotor en una gigantesca carpa que podía albergar a todo el circo.

La noticia de que el Circo Domingo se realizaría a pesar de la lluvia se extendió rápidamente por Villa Alegre. Los niños estaban emocionados y los adultos también se alegraron al ver la determinación de Mateo y don Pedro.

Llegó la hora del espectáculo y todos se congregaron bajo la carpa improvisada. El circo comenzó con las acrobacias asombrosas de los malabaristas, seguidas por las travesuras cómicas de los payasos. Los animales exóticos desfilaron ante la mirada atenta de todos.

Pero entonces ocurrió un accidente inesperado: uno de los payasos tropezó y cayó al suelo, lastimándose una pierna. La tristeza invadió nuevamente a Villa Alegre mientras veían cómo llevaban al payaso herido fuera del escenario.

Mateo no pudo soportar ver a sus vecinos tristes otra vez, así que se acercó al dueño del circo con una idea brillante: "¡Yo puedo ser el nuevo payaso! ¡Aprendí algunos chistes y puedo hacer reír a todos!".

El dueño del circo aceptó la propuesta de Mateo y lo prepararon rápidamente para hacer su debut como payaso. Todos esperaban ansiosos su actuación, sin saber qué esperar del pequeño valiente.

Cuando Mateo salió al escenario vestido con sus ropas coloridas y una nariz roja, algo mágico sucedió. Con sus ocurrencias y chistes, hizo reír a todos los presentes. La tristeza se disipó y la alegría volvió a llenar el corazón de Villa Alegre.

Desde aquel día, Mateo se convirtió en el payaso más querido del Circo Domingo. Las funciones continuaron cada domingo y siempre había un lugar especial para él bajo la carpa improvisada.

Y así, gracias a la valentía y determinación de Mateo, Villa Alegre aprendió que incluso en los días lluviosos y tristes, siempre hay una forma de encontrar la felicidad y hacer reír a los demás.

Dirección del Cuentito copiada!