La huerta mágica de Azoteavilla


Había una vez en el Pacífico colombiano, un pequeño pueblo llamado Azoteavilla. En este lugar mágico y colorido, la gente tenía una tradición muy especial: cultivar hierbas de azotea.

Estas eran hierbas típicas de la cocina local que se sembraban en huertas elevadas llamadas azoteas. En Azoteavilla vivían tres amigos inseparables: Mateo, Sofía y Lucas. Ellos siempre estaban buscando aventuras y aprendiendo cosas nuevas sobre su entorno.

Un día, mientras paseaban por el pueblo, escucharon a los adultos hablar emocionados sobre las hierbas de azotea y cómo cada familia tenía su propia huerta. - ¡Qué interesante! - exclamó Sofía -.

¿Podemos tener nuestra propia huerta de hierbas de azotea? - Por supuesto - respondió Mateo con entusiasmo-. Podemos pedir ayuda a nuestros padres para comenzar a cultivar nuestras propias hierbitas. Sin perder tiempo, los tres amigos fueron a casa y hablaron con sus padres sobre su idea.

Los padres estuvieron encantados con la iniciativa de los niños y les dieron permiso para empezar su propia huerta en las azoteas de sus casas. Cada uno se dedicó a investigar sobre diferentes hierbas típicas de la zona y eligieron las que más les gustaban.

Mateo decidió cultivar cilantro, Sofía optó por albahaca y Lucas se enamoró del aroma del orégano. Con mucha paciencia y cuidado, los amigos sembraron las semillas en macetas especiales para que crecieran sanas y fuertes.

Todos los días regaban sus plantas y las cuidaban con mucho amor. Pero un día, mientras los amigos estaban en la escuela, una fuerte tormenta azotó Azoteavilla.

El viento soplaba tan fuerte que arrancó las macetas de las hierbas de azotea y las dispersó por todo el pueblo. Cuando Mateo, Sofía y Lucas volvieron a casa, se encontraron con la triste noticia. Sus hierbas habían desaparecido y ellos se sentían muy desanimados. - ¡No podemos rendirnos! - exclamó Sofía -.

Debemos encontrar nuestras hierbitas y salvar nuestra huerta. Los tres amigos comenzaron a buscar por todas partes: calles, jardines e incluso en los techos de las casas. Fue una búsqueda ardua pero no dejaron de tener esperanza.

Finalmente, después de mucho esfuerzo, encontraron todas sus macetas desperdigadas por el pueblo. Las recogieron con alegría y decidieron replantarlas en un lugar más seguro: una gran azotea comunitaria donde todos pudieran disfrutar del aroma y sabor de estas hierbas tan especiales.

La noticia se corrió rápidamente por Azoteavilla y los vecinos colaboraron para crear la nueva huerta comunitaria. Cada familia sembraba sus propias hierbas junto a las de Mateo, Sofía y Lucas.

Pronto, el lugar estaba lleno de vida y color nuevamente. Los niños aprendieron una valiosa lección sobre perseverancia y trabajo en equipo.

Comprendieron que a veces los obstáculos pueden aparecer en nuestro camino, pero si tenemos fe en nosotros mismos y contamos con el apoyo de nuestros seres queridos, siempre encontraremos una solución. Desde aquel día, en Azoteavilla, las hierbas de azotea se convirtieron en un símbolo de unidad y resiliencia.

Cada vez que alguien disfrutaba de una deliciosa comida con el toque especial de estas hierbas, recordaban la historia de Mateo, Sofía y Lucas, y cómo juntos lograron superar cualquier adversidad. Y así termina esta historia llena de magia y aprendizaje.

Recuerda que no importa cuán alto sea el desafío, siempre habrá una forma de alcanzar nuestros sueños si perseveramos y trabajamos juntos.

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