La Marioneta Mágica de Geppetto



Un buen día, Geppetto estaba pintando un reloj en su taller cuando se le ocurrió una idea.

—¡Ya sé qué voy a hacer con el tronco que me he encontrado! — le dijo a su gato Fígaro.

—¡Una bonita marioneta! —

Dejó el reloj a un lado y se puso manos a la obra con entusiasmo. Usó su cuchillo para tallar el tronco hasta darle forma. Al cabo de un rato, la marioneta ya estaba casi lista, pero Geppetto sentía que le faltaba algo especial.

—¿Qué le podemos poner a esta marioneta para que sea única? — le preguntó a Fígaro, quien lo miraba con curiosidad.

Fígaro maulló suavemente, como si estuviera pensando en la respuesta.

—¡Ya sé! — exclamó Geppetto.

—Voy a darle un corazón.

Con mucho cuidado, talló un pequeño corazón en el pecho de la marioneta.

Entonces, justo cuando estaba a punto de terminar, algo sorprendente ocurrió.

La marioneta, a la que había decidido llamar Pinocho, cobró vida y comenzó a moverse.

—¡Hola, papá! — dijo Pinocho, con una voz que sonaba tan alegre como la de un niño.

Geppetto, sorprendido, apenas podía creer lo que veía.

—¡Pinocho! — exclamó, completamente atónito.

—Eres real, ¡eres un niño de verdad!

—Sí, y quiero explorar el mundo— contestó Pinocho emocionado.

Fígaro, aunque algo celoso de ser olvidado, se acercó a la marioneta.

—Soy Fígaro, el gato de Geppetto.

—¡Hola, Fígaro! — dijo Pinocho entusiasta.

—¿Me vas a mostrar el mundo?

—Bueno, primero necesito enseñarte nuestras normas— dijo Geppetto, recobrando el control de la situación.

—Es importante ser responsable y respetar a los demás.

Pinocho escuchó atentamente, sintiéndose curioso e intrigado. Sin embargo, pronto el deseo de aventura se apoderó de él.

—¿Podemos ir a jugar?

Geppetto dudó un momento.

—Podemos salir un rato, pero debes prometernos que tendrás cuidado.

Pinocho asintió con todo su entusiasmo.

Sin perder tiempo, los tres se aventuraron al pueblo. Allí, Pinocho se maravilló con todas las cosas nuevas.

—¡Mirá esos juguetes! — gritó, señalando una tienda.

—Pero debemos ir con cuidado— dijo Geppetto.

Pinocho lo ignoró completamente y corrió hacia la tienda.

Una vez dentro, vio un montón de juguetes, pero también a otros niños que jugaban sin límites.

—¿Por qué no puedo jugar como ellos? — preguntó Pinocho a Geppetto.

—Porque hay reglas, hijo. Debes ser amable y compartir.

Pinocho se sintió algo frustrado, pero cuando vio a un niño llorando porque no tenía juguetes, su corazón, aunque de madera, se ablandó.

—¿Puedo compartir mis juguetes con él? — preguntó.

Geppetto sonrió y le contestó:

—¡Eso es!

Pinocho se acercó al niño y le ofreció un juguete.

—¿Quieres jugar conmigo? — dijo.

El niño sonrió y juntos comenzaron a jugar.

Un poco más tarde, Pinocho regresó con Geppetto y Fígaro.

—¡Fue divertido! — exclamó.

—Hiciste lo correcto— respondió Geppetto.

Poco a poco, Pinocho aprendió sobre la importancia de la amistad, de compartir y también de ser responsable.

Cada vez que cometía un error, Geppetto y Fígaro estaban allí, para guiarlo y recordarle que siempre había tiempo para mejorar.

Un día, mientras estaban en el parque, Pinocho vio un grupo de niños peleando por un balón.

—¡Geppetto, debo ayudarles! — dijo, corriendo hacia ellos.

—¡Espera! — gritó Geppetto, corriendo tras de él.

Cuando llegó, pronto Pinocho se ofreció a mediar en el conflicto.

—Chicos, el balón es para jugar, no para pelear— dijo.

—¿Por qué no jugamos todos juntos?

Los niños miraron a Pinocho y, sorprendentemente, aceptaron.

Jugaron durante horas y el parque se llenó de risas.

—¡Lo lograste! — dijo Geppetto con orgullo.

—Gracias, papá.

Desde ese día, Pinocho se dio cuenta de que el verdadero valor de una marioneta hecha con amor no estaba solo en su capacidad de moverse, sino en su capacidad de hacer felices a los demás.

Así vivió Pinocho, siempre aprendiendo, siempre creciendo, con un corazón lleno de amor.

—Siempre debes recordar, hijo— le decía Geppetto—, que lo más importante es ser buena persona y ayudar a los demás.

Y así, la marioneta mágica se convirtió en un niño de verdad, con un gran futuro por delante, lleno de enseñanzas y aventuras.

FIN.

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