La nevada anticipada


En un reino lejano, en lo alto de una colina cubierta de nieve, vivía una niña llamada Sofía.

Sofía era una niña alegre y curiosa, con un vestido azul que brillaba como el cielo en una fría mañana de invierno. Vivía en un hermoso castillo junto a sus padres, el Rey Martín y la Reina Valeria. Sofía adoraba el invierno.

Le encantaba ver cómo los copos de nieve caían suavemente del cielo y cubrían el paisaje con un manto blanco y brillante. Pero lo que más disfrutaba era salir a jugar con sus amigos en medio de la nieve.

"¡Madre Invierno, por favor haz que nieve hoy! Quiero construir un muñeco de nieve gigante con mis amigos", pedía Sofía todos los días con entusiasmo. La madre Invierno, una anciana amable con cabellos plateados y ojos azules como el hielo, escuchaba las peticiones de Sofía desde su morada en las montañas heladas.

Ella conocía el deseo sincero de la niña y quería hacerla feliz. Un día, mientras Sofía jugaba en el jardín del castillo esperando ver caer los primeros copos de nieve, algo inesperado sucedió.

De repente, un pequeño duende travieso llamado Tristán apareció ante ella. "¡Hola Sofía! Soy Tristán, he venido para ayudarte a traer la nieve", dijo el duende con una sonrisa pícara. Sofía se sorprendió al ver al duende pero también sintió emoción por tener ayuda para cumplir su deseo.

Juntos idearon un plan para convencer a la madre Invierno de adelantar la nevada. Tristán correteó por todo el jardín del castillo haciendo travesuras bajo la atenta mirada divertida de Sofía.

Entre risas y juegos lograron llamar la atención de la madre Invierno quien asomó su rostro entre las nubes grises. "¿Qué es todo este alboroto?", preguntó la madre Invierno intrigada. Sofía explicó que deseaba tanto jugar en la nieve que había pedido ayuda a Tristán para convencerla.

La madre Invierno no pudo resistirse a tanta alegría y decidió concederle su deseo antes de tiempo. De repente, comenzaron a caer copos grandes y esponjosos del cielo llenando rápidamente todo el jardín del castillo.

Sofía estaba radiante de felicidad al ver cumplido su anhelo gracias a Tristán y a la bondadosa madre Invierno. "¡Gracias Tristán! ¡Gracias madre Invierno! ¡Vamos a construir ese muñeco gigante!", exclamó emocionada SofíJuntos pasaron horas divirtiéndose en medio de aquella nevada inesperada.

Construyeron no solo un muñeco gigante sino también iglús decorados con luces brillantes e hicieron guerras épicas lanzándose bolas de nieve unos contra otros.

Al finalizar el día, cuando los últimos rayos del sol se escondieron tras las montañas nevadas, Sofíay sus amigos regresaron al calor del castillo llenosde alegrías e historias por contarDesde aquel día, cada vez que Sofíadeseaba jugar en la nieve, trataba siemprecon respetoy gratitudalamaInvernoparaque les concediera sudesey así,podervivirmomentosespecialesen compañíade sus seresqueridosydel traviesoduendeTristanquienhabíamarcado sulvidaparasiempreconun gestodeamory diversión.

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