La Noche de las Estrellas Brillantes



Era la víspera de Navidad en el pequeño pueblo de Luz del Norte. Todos estaban emocionados, decorando las casas con luces y preparando deliciosos dulces. Sin embargo, había un pequeño problema: este año, la estrella que adornaba el árbol de la plaza no aparecía. Nadie sabía dónde estaba la estrella, y eso llenaba de tristeza a los habitantes.

Una niña llamada Clara, con su espíritu aventurero, decidió que no podía dejar que la Navidad se arruinara. "Voy a encontrar esa estrella", se dijo a sí misma mientras se abrigaba con su bufanda favorita. "No hay manera de que esta Navidad pase sin su luz brillante."

Clara se adentró en el bosque cercano, donde las leyendas decían que la estrella podría haber ido. Mientras caminaba, se encontró con un viejo zorro que estaba buscando algo también.

"¿Qué haces aquí, pequeña?" le preguntó el zorro, claramente intrigado.

"Busco la estrella de Navidad. No puede faltar en la plaza, es muy importante para todos. ¿Has visto algo?" respondió Clara.

"Bueno, he visto muchas cosas, pero una estrella... no. Aunque si me ayudas a encontrar mi sombrero perdido, tal vez pueda ayudarte.”

Clara pensó que era una buena idea. Juntos comenzaron a buscar el sombrero del zorro, y después de un rato, lo encontraron atrapado en una rama. El zorro, feliz, les agradeció y dijo: "Ahora puedo ayudarte de verdad. He oído rumores sobre un viejo árbol en el corazón del bosque, que guarda secretos. Tal vez allí encuentres lo que buscas."

Clara se emocionó. "¿Puedes llevarme hasta allí?" le pidió.

"Claro, sígueme pero ten cuidado. El camino puede ser complicado", advirtió el zorro.

Mientras caminaban, se encontraron con una ardilla que estaba tratando de romper una nuez. La ardilla, al verlos, dejó caer su nuez y se les acercó.

"¿Dónde van tan apurados?" preguntó.

"Buscamos la estrella de Navidad", respondió Clara.

"Eso suena maravilloso. Yo puedo ayudar, pero primero necesito que me ayuden a encontrar mis nueces. Se me han perdido varias, algunas están escondidas entre las raíces de los árboles."

Clara y el zorro se miraron, pero Clara dijo: "¡Está bien! Vamos a ayudarte."

Juntos, comenzaron a buscar las nueces, uniendo esfuerzos. Al finalizar, la ardilla estaba tan feliz que no dudó en guiarlos un rato hacia el árbol misterioso. Al llegar, vieron que el árbol era grande y majestuoso, con ramas que llegaban casi hasta el cielo.

"Aquí estamos, pero... ¿cómo encontramos la estrella?" preguntó Clara.

"Podemos preguntar al viejo búho que vive arriba. Él sabe muchas cosas", sugirió el zorro.

Así que comenzaron a llamar al búho. "¡Oh, sabio búho!" clamaron. Tras unos momentos, el búho apareció, con su pluma más blanca que la luna. "¿Qué desean, pequeños?" preguntó con voz pausada.

"Buscamos la estrella de Navidad. ¿Dónde está?" preguntó Clara.

"Ah, la estrella, esa que brilla en el cielo. La estrella ha perdido su camino y la alegría de los que la esperan. Necesita que un corazón puro la encuentre, y que una buena acción haga que vuelva a brillar."

"¿Y qué podemos hacer para ayudarla?" preguntó Clara.

"Debes devolver alegría a algún amigo en necesidad. Solo entonces la estrella volverá a iluminar el árbol de la plaza."

Clara sabía que su nuevo amigo, el zorro, había estado buscando su sombrero. "Podemos ayudar a los que se sienten solos o tristes. Quizás hay alguien en el pueblo que necesite compañía."

"¡Sí!", gritó la ardilla. "Conozco a un anciano que vive solo. A veces, se siente triste porque no tiene a nadie que lo visite."

Así que decidieron ir al pueblo y visitar al anciano. Llevaban un hermoso ramo de flores que Clara había recogido en el camino. Al llegar, tocaron la puerta.

"¡Hola! Somos Clara, el zorro y la ardilla. Venimos a hacerte compañía."

El anciano, sorprendido, los invitó a entrar. Su rostro se iluminó al ver la compañía que lo visitaba. Pasaron la tarde cantando canciones, compartiendo historias y riendo juntos. Y al final, algo mágico sucedió.

De repente, un destello iluminó el cielo y una luz brillante apareció sobre el pueblo. Era la estrella, que regresaba a su lugar en la cima del árbol. El anciano, emocionado, exclamó: "¡Miren! ¡La estrella ha vuelto!"

Clara, el zorro y la ardilla celebraron con alegría. El amor y la compañía habían hecho que la estrella regresara. Y esa noche, el pueblo de Luz del Norte brilló más que nunca.

Desde entonces, Clara, junto con sus amigos, entendieron que la verdadera magia de la Navidad no está solo en las luces, sino en compartir y hacer felices a los demás. Cada año, al llegar la Navidad, recordaban aquella aventura, y las luces del árbol brillaban aún más, simbolizando la bondad y la alegría compartida. Y así, la leyenda de La Noche de las Estrellas Brillantes continuó para siempre en el corazón de Luz del Norte.

FIN.

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