La Princesa Rana y el Arroyo Perdido



En un tranquilo reino rodeado de frondosos bosques y brillantes arroyos, vivía una princesita que era un tanto diferente: ¡era una rana! Su nombre era Rosa, y, a pesar de ser una rana, siempre había soñado con explorar el mundo más allá de su hermosa charca.

Una mañana, mientras sus amigos del bosque jugaban en el agua, Rosa decidió aventurarse un poco más lejos de lo habitual. Saltando con alegría, cruzó la charca y se adentró en el bosque. A medida que se adentraba, su corazón latía de emoción. Sin embargo, lo que comenzó como una emocionante aventura, pronto se convirtió en un viaje desafiante.

"¿Dónde estoy?" - se preguntó Rosa, mirando a su alrededor. El bosque se volvía más denso y el sonido de las ranas cantando se desvanecía.

Rosa había perdido la dirección hacia su charca y, en lugar de regresar, se encontró al borde de un arroyo que nunca había visto antes. El agua brillaba bajo el sol, pero también parecía más peligrosa que la charca tranquila donde vivía.

"Esto no se parece a mi hogar..." - murmuró, nerviosa, mientras observaba cómo las corrientes del arroyo arrastraban hojas y ramas.

De repente, escuchó un ruido a su lado. Era un pequeño pez de colores brillantes que nadaba cerca de la orilla.

"¡Hola! ¿Te has perdido?" - preguntó el pez con curiosidad.

"Sí, estoy tratando de encontrar el camino de regreso a mi charca, pero ahora estoy atrapada aquí. No sé qué hacer..." - respondió Rosa, sintiéndose un poco desalentada.

El pez pensó por un momento y le dijo:

"No te preocupes, yo puedo ayudarte. Si seguimos el arroyo, puede que encontraremos un camino que te lleve de vuelta. ¿Qué opinas?"

"Eso suena genial, pero ¿es seguro?" - preguntó Rosa con un atisbo de duda.

"Por supuesto, siempre y cuando no te apartes de mí. Vamos, ¡aventúrate!"

Rosa sabía que era importante confiar en su nuevo amigo. Así que, tras un profundo suspiro, unió sus fuerzas a las de su valiente compañero.

Mientras nadaban juntos, Rosa escuchaba las historias del pez sobre sus excursiones por el arroyo.

"Una vez me encontré con una tortuga muy sabia. Me enseñó a ser paciente y a nunca rendirme, incluso cuando las corrientes son fuertes. Hay que saber nadar contra la corriente a veces" - le contaba el pez.

"¿Y cómo lo haces?" - preguntó Rosa, intrigada.

"Con determinación, solo hay que seguir adelante y no dejarse desanimar por los obstáculos."

Entonces, mientras continuaban su viaje, se encontraron con un desafío. Un tronco caído bloqueaba el camino, y Rosa se sintió un poco asustada.

"No puedo saltar eso, es demasiado alto..." - se lamentó.

"¡Espera! No se trata de saltar, sino de pensar. Podemos nadar por debajo, ven..." - le dijo el pez.

Rosa recordó lo que el pez había aprendido de la tortuga y decidió no rendirse. Con un fuerte empujón, se acercó al tronco y se sumergió, siguiendo al pez hasta el otro lado.

"¡Lo hicimos!" - exclamó Rosa felizmente.

"Ves, ¡solo había que intentar!" - sonrió el pez.

Continuaron su travesía, y tras un rato, el arroyo comenzó a cambiar. La corriente se calmó, y las aguas podían escucharse más tranquilas. Rosa empezó a sentirse esperanzada.

"Creo que estamos cerca de mi charca..." - dijo emocionada.

Finalmente, llegaron a una pequeña bifurcación. Rosa miró hacia el lado derecho, donde reconoció el olor a lirios frescos que crecía en su hogar.

"¡Estoy tan cerca!" - gritó llena de alegría.

"Bien, ¡adelante!" - animó el pez.

Rosa saltó fuera del agua y corrió hacia su charca. Allí estaban todos sus amigos, aliviados al verla segura.

"¡Rosa! ¡Te estábamos buscando!" - gritaron los demás ranas.

"Lo siento, me perdí, pero aprendí algo muy valioso en el camino. A veces uno necesita de otros para encontrar su camino y no hay que rendirse nunca" - dijo Rosa, sonriendo.

Y así, Rosa se convirtió en la rana más valiente y sabia de todo el reino, recordando siempre la lección que aprendió en su gran aventura: que con valentía y ayuda, uno puede encontrar el camino de vuelta a casa.

Y desde entonces, Rosa siempre se animaba a explorar, pero con un grupo de amigos cerca, porque juntos, lo podían lograr todo.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!