La Princesa y el Dragón del Valle
Había una vez, en un reino lejano, una hermosa princesa llamada Sofía que vivía en un castillo rodeado de altos muros y hermosos jardines. A pesar de la belleza del lugar, Sofía se sentía sola y ansiaba aventuras.
Un día, mientras paseaba por el jardín, escuchó un rumor inusual. Decidida a investigar, se asomó al bosque que rodeaba el reino. Ahí encontró a un dragón pequeño y triste, con escamas brillantes como esmeraldas.
"¿Qué te pasa, dragón?" - preguntó Sofía con suavidad.
"Me llamo Drako y nadie me quiere por ser un dragón" - respondió él con un suspiro.
"Pero tú no eres un dragón malo, ¿verdad?" - dijo Sofía.
"No, nunca haría daño a nadie. Solo quiero amigos" - contestó Drako.
La princesa se sintió conmovida por la historia de Drako y decidió que era hora de ayudarlo.
"¿Por qué no venís al castillo conmigo?" - propuso Sofía.
"¡Pero los aldeanos podrían asustarse!" - exclamó Drako.
"No te preocupes, yo hablaré con ellos. Te presentaré como mi amigo" - le aseguró Sofía.
Sofía condujo a Drako hasta el pueblo y, con valentía, se acercó a la gente que estaba en la plaza. Algunos se asustaron, otros murmuraron, pero la princesa no se dio por vencida.
"Por favor, escúchenme" - dijo Sofía, levantando la voz. "Este es Drako, y es un dragón bondadoso. No quiere asustarlos, solo busca amistad".
"¡Es un dragón!" - gritó un aldeano con temor.
"¡Lo quemará!" - exclamó otro.
Pero Sofía no se desanimó.
"¡Yo sé lo que pueden pensar! Pero, ¿acaso nunca han sido juzgados por cómo lucen? ¡Drako no es diferente de ustedes!"
Los aldeanos comenzaron a murmurar entre sí. Algunos tenían razón, estaban asustados por lo desconocido. Sofía decidió hacer algo diferente.
"¿Qué tal si organizamos una competencia de habilidades? Drako puede mostrarles que es un buen dragón, y ustedes pueden hacerlo también" - sugirió.
Los aldeanos se miraron entre sí, intrigados.
"Está bien, haremos una competencia" - gritó uno de los hombres.
El día de la competencia fue una lluvia de sorpresas. Drako se mostró ágil al volar y demostró su capacidad de crear hermosas figuras de fuego en el aire, iluminando el cielo. Pero también mostró su lado tierno; ayudó a los niños a recolectar flores y a las familias a recoger frutas del bosque.
Al ver cómo Drako trabajaba con alegría y cariño, los aldeanos comenzaron a sonreír.
"¡Es cierto! No es un dragón malo. ¡Es un dragón que puede ayudar!"
"Ya no le tengo miedo" - comentó Ana, una niña del pueblo.
Después de la competencia, la gente decidió invitar a Drako a vivir en el castillo junto a Sofía.
"¡Bienvenido, Drako!" - dijeron todos al unísono.
"¡Gracias! ¡Siempre soñé con tener amigos!" - dijo el dragón, sus ojos brillaban de felicidad.
Con el paso del tiempo, Drako se convirtió en un querido miembro del reino. Sofía y él compartían muchas aventuras, mostrando a todos que la amistad puede superar cualquier barrera.
Un día, un grupo de guerreros llegó al reino, buscando el mítico dragón. La princesa y Drako entendieron que debían actuar rápido.
"¡Debemos proteger nuestro hogar!" - dijo Sofía, mirando a Drako.
"No te preocupes, trabajaré contigo" - respondió Drako.
Ambos idearon un plan: Drako los llevaría volando a la montaña, un lugar seguro y alejado del reino.
"¡Rápido, súbanse!" - exclamó Drako.
"¡Hacia la montaña!" - gritó la princesa mientras todos se subían a la espalda del dragón.
Cuando llegaron a la cima, Drako mostró a los guerreros que podían ser amigos, y que el reino no era un lugar para pelear.
"Por favor, no vengan a causar problemas, aquí también hay bondad" - dijo Sofía.
Los guerreros, sorprendidos por la valentía de la princesa y la bondad de Drako, decidieron regresar a casa sin hacer daño.
"Nos llevamos una gran lección sobre la aceptación y la amistad" - dijeron al partir.
Y así, Sofía y Drako salvaron el reino, enseñando a todos que no hay que juzgar a los demás por su apariencia, y que la verdadera amistad puede romper cualquier barrera.
Desde entonces, la princesa y el dragón vivieron felices, compartiendo aventuras y creando un mundo donde cada ser, aunque diferente, era valioso y digno de amor.
Y colorín colorado, ¡este cuento se ha acabado!
FIN.