La ratita curiosa y la bondadosa dueña
Había una vez en una tranquila casa en el campo, una ratita curiosa llamada Rosita, a quien le encantaba explorar en busca de aventuras. Un día, mientras merodeaba entre la basura, Rosita decidió visitar la cocina de la casa. Para su sorpresa, la cocina nunca había estado tan limpia. Sin embargo, antes de que pudiera darse cuenta, la dueña de la casa la vio y soltó un grito de susto. La ratita, asustada por el grito, intentó huir, pero la dueña la detuvo al notar que Rosita estaba lastimada.
Rosita, con miedo y vergüenza, se negaba a mostrar su patita herida, pero la dueña, con compasión y determinación, decidió no apartarla. Con cuidado, la dueña se puso unos guantes y se acercó a Rosita, tratando de calmarla. "Tranquila, pequeña amiga. No te haré daño", susurró la dueña con una sonrisa cariñosa.
Con paciencia, la dueña logró convencer a Rosita para que le mostrara su patita lastimada. Al ver la herida, la dueña suspiró y se propuso cuidar a la ratita. "Debemos curar esta herida para que sanes pronto", dijo la dueña con determinación, mientras acariciaba con suavidad a Rosita.
La ratita, sintiéndose más tranquila, permitió que la dueña la cuidara. Con cuidado, la dueña limpió la herida de Rosita y aplicó un tratamiento para evitar infecciones. Durante esos días, la dueña y la ratita se hicieron compañía mutuamente. La dueña le contaba a Rosita historias sobre su vida en el campo, y Rosita compartía sus travesuras y aventuras en la casa.
Con el paso de los días, la patita de Rosita sanó por completo, y su amistad con la bondadosa dueña se fortaleció. Rosita aprendió una valiosa lección sobre la importancia de la amistad y la compasión. A partir de ese día, la ratita curiosa y la dueña se convirtieron en inseparables amigas, compartiendo momentos felices y aventuras inolvidables.
Y colorín colorado, este cuento sobre la ratita curiosa y la bondadosa dueña ha terminado, pero su amistad perdurará por siempre en esa tranquila casa en el campo.
FIN.