La Reina Lala y el Zancudo Travieso



Era un día soleado y brillante en el reino de Lalandia, donde la reina Lala decidió que era el momento perfecto para jugar con sus amigos Pepito y Lola. Con risas y juegos, pasaron la tarde corriendo por el jardín del castillo.

Al caer la noche, Lala, cansada pero feliz, regresó a su habitación sin darse un baño.

"¡Que divertido fue hoy!" - exclamó Lala, mientras se acomodaba en su cama. Sin embargo, no se percató de que, al no lavarse, había dejado su piel sudorosa y atrayente para un pequeño zancudo curioso que, sin ser invitado, entró volando por la ventana.

Esa misma noche, mientras Lala soñaba con castillos y hadas, el zancudo revoloteó alrededor de su cabezal.

"Mmm, ¡qué delicia!" - murmuró el zancudo, mientras se preparaba para picar a la reina. Y así lo hizo, justo en su brazo. Lala despertó de un salto, asustada y con lágrimas en los ojos.

"¡Ay, me picó un zancudo!" - gritó.

Pepito y Lola, que estaban en el castillo para pasar la noche, escucharon el alboroto y corrieron a la habitación. "¿Qué pasó, reina Lala?" - preguntó Pepito, con preocupación.

"¡Un zancudo me picó!" - respondió Lala con voz temblorosa.

Lola se puso a pensar y dijo: "No te preocupes, Lala. A veces los zancudos pican porque se sienten atraídos por la piel sudorosa. Pero hay algo que podemos hacer."

Intrigada, Lala frunció el ceño. "¿Qué?" - preguntó.

"Podemos hacer un repelente natural con cosas que hay en la cocina y luego, para la próxima vez, recordarte a bañar antes de dormir" - sugirió Lola.

"Buena idea, Lola!" - contestó Lala, comenzando a calmarse.

Salieron al jardín y juntaron hojas de eucalipto, hierbas aromáticas y limón. Luego, las mezclaron con agua para crear su repelente. Mientras estaban en la cocina, Pepito tuvo una idea divertida.

"Y si hacemos un baile para que los zancudos se vayan volando al ritmo de nuestra música. ¡Hagamos una fiesta de baile contra los zancudos!" - sugirió con una sonrisa.

"¡Sí!" - exclamaron Lala y Lola a la vez, riendo ante la locura de la propuesta. A continuación, comenzaron a girar y bailar en la cocina, al mismo tiempo que esparcían el repelente por el aire.

De repente, los zancudos, confundidos por tanta alegría y movimiento, se fueron volando, dejando a la reina y a sus amigos en paz.

"Vieron, ¡la diversión venció a los zancudos!" - dijo Pepito, riendo. Lala, muy contenta, decidió que iba a recordar siempre la lección de esa noche.

"A partir de ahora, siempre me bañaré antes de dormir, así no tendré problemas con los zancudos. Y además, ¡hay que hacer más fiestas de baile!" - proclamó Lala con determinación.

Desde entonces, cada noche, Lala se bañaba antes de ir a la cama y siempre organizaba una pequeña fiesta para mantener a raya a los zancudos y divertirse con sus amigos. Y así, el reino de Lalandia se llenó de risas, baile y momentos de alegría, recordando siempre que la diversión se puede encontrar incluso en las situaciones más inesperadas.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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