La Sirena y el Delfín


, rodeada de corales y peces de colores. Era una sirena muy curiosa y aventurera, siempre buscando nuevas emociones en el vasto océano. Un día, mientras exploraba una cueva submarina, se encontró con un delfín triste y solitario.

Al acercarse a él, Lucia pudo ver que tenía la cola atrapada entre las rocas. - Hola pequeño delfín ¿Qué te ha pasado? -preguntó Lucia preocupada.

- Me he quedado atascado aquí por culpa de mi propia imprudencia -respondió el delfín con voz entrecortada-. No puedo moverme y ya llevo varios días sin comer ni beber nada. Lucia sabía que no podía dejar al pobre animal allí atrapado, así que decidió ayudarlo a liberarse.

Con mucho esfuerzo logró desenredar su cola y sacarlo de la cueva. El delfín estaba tan agradecido que comenzó a seguir a Lucia a todas partes. A partir de ese momento los dos amigos se convirtieron en inseparables compañeros de aventuras.

Juntos descubrieron nuevos lugares del mar, conocieron otras especies marinas e incluso salvaron algunas vidas en peligro. Pero un día ocurrió algo inesperado: Lucia comenzó a sentirse extraña.

Su cola empezó a dolerle mucho y cada vez le costaba más trabajo nadar con ella. Preocupada por lo que le estaba pasando, decidió pedir ayuda al sabio pulpo del arrecife. - Sabio pulpo ¿qué me está pasando? -preguntó Lucia angustiada-.

Mi cola me duele mucho últimamente y no sé qué hacer. El pulpo la examinó con cuidado y le dijo:- Lucia, tu cola está envejeciendo. Es algo normal en las sirenas, pero debes tener cuidado y descansar más a menudo para evitar mayores problemas.

Lucia se puso muy triste al escuchar esto, pues sabía que su vida como sirena estaba llegando a su fin. Sin embargo, decidió aprovechar el tiempo que le quedaba para seguir explorando el mar y ayudando a sus amigos.

Un día, mientras nadaba junto al delfín por una zona peligrosa del océano, ocurrió un accidente: una ballena gigante atrapó al delfín con sus enormes mandíbulas y comenzó a arrastrarlo hacia lo profundo del mar.

Lucia corrió hacia él para intentar salvarlo, pero la ballena era demasiado fuerte. Estaba a punto de rendirse cuando recordó todo lo que había aprendido en sus aventuras junto al delfín: la perseverancia, el trabajo en equipo y la valentía.

Con todas sus fuerzas logró liberar al delfín de las garras de la ballena y juntos regresaron triunfantes al arrecife. Allí recibieron los aplausos y felicitaciones de todos sus amigos marinos.

A partir de ese día Lucia entendió que aún siendo una sirena anciana podía seguir haciendo grandes cosas por los demás. Aprendió que nunca es tarde para ayudar o aprender algo nuevo y que lo importante es disfrutar cada momento de la vida al máximo posible.

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