La vaca que se subió a un árbol



Era un hermoso día soleado en la granja de Don Carlos. Las aves cantaban y el viento suave movía las hojas de los árboles. En medio de todo ese paisaje había una vaca llamada Lila, que era muy curiosa y siempre quería descubrir cosas nuevas.

Un día, mientras pastaba cerca de un gran árbol, Lila miró hacia arriba y vio a una paloma anidando en la copa más alta. Intrigada, pensó:

"¡Qué hermoso debe ser ver el mundo desde lo alto! ¿Por qué no puedo hacer eso también?"

Entonces, Lila decidió que quería subirse al árbol. Por supuesto, no era algo común que una vaca hiciera, así que se le ocurrió un plan muy divertido.

Esa tarde, reunió a sus amigos: el gallo Ramiro, la oveja Clara y el gato Tobi.

"¡Chicos, tengo una idea! ¡Voy a subirme a ese árbol y ver el mundo desde arriba!"

Los amigos se miraron con asombro.

"Pero Lila, las vacas no trepan árboles", dijo Clara.

"No sabes si no lo intentas!", respondió Lila con determinación.

El gallo Ramiro, siempre entusiasta, aplaudió la idea.

"¡Vamos, Lila! ¡Si no lo intentas, nunca lo sabrás!"

Así que, después de hablar un rato, comenzaron a buscar una forma de ayudar a Lila. Juntos, se les ocurrió construir una pequeña rampa con algunos troncos y tablas de madera. Al principio, la construcción estaba bastante torcida, pero los amigos trabajaron con tanto entusiasmo y risa que al final lograron formar una pequeña pendiente.

"¡Listo!", dijo Tobi, estirándose.

"Solo necesitas un poco de impulso, Lila. ¡Súbete!"

Lila tomó aire, miró hacia arriba y dijo:

"¡Aquí voy!"

Y se lanzó a la rampa. Al principio se deslizó lentamente, pero pronto el impulso la llevó más alto de lo que imaginaba. Con un gran salto, Lila aterrizó en la primera rama del árbol.

"¡Lo logré!", exclamó Lila emocionada.

Los amigos aplaudieron desde el suelo, felices por el logro de su amiga. Sin embargo, al mirar desde la rama más alta, Lila sintió un poco de vértigo.

"¡Oh, no sé si esto es tan buena idea después de todo!", gritó Lila, mirándose hacia abajo.

"¡No te preocupes, Lila! ¡Estamos aquí contigo!", la animó Ramiro.

Pero Lila se dio cuenta de que había subido demasiado y no sabía cómo bajar.

"¡Ay, cómo hago para bajar!"

Los amigos comenzaron a pensar en posibles soluciones. Clara dijo:

"Podemos hacer una escalera con las ramas de aquí cerca y ayudarte a bajar. Lo más importante es no entrar en pánico".

Lila trató de calmarse y miró a su alrededor. Pronto, comenzaron a recoger ramas, y Ramiro, con su ingenio, propuso:

"¿Y si atamos las ramas con un poco de yute? Así formamos una especie de escalera."

Todos se pusieron a trabajar y en cuestión de minutos habían construido una escalera improvisada.

"¡Probá bajando por aquí!", le dijo Tobi, apuntando a la escalera.

Lila se armó de valor y empezó a descender despacito, paso a paso. Cuando finalmente tocó el suelo, todos celebraron:

"¡Lo logramos! ¡Bajaste!"

Lila sonrió, aliviada y un poco avergonzada.

"Gracias, amigos. No sabía que era tan difícil".

"¡Pero lo intentaste!", le dijo Clara.

Esa tarde, Lila aprendió que aunque a veces las cosas parecen imposibles, con la ayuda de buenos amigos y un poco de ingenio, todo se puede lograr.

"Quizás ver el mundo desde lo alto no era tan necesario como estar aquí, con ustedes".

Desde entonces, Lila se convirtió en la vaca más curiosa y valiente de la granja, siempre lista para nuevas aventuras junto a sus amigos, aunque nunca más pensó en subirse a un árbol. Porque a veces, la verdadera aventura está en el camino, y no necesariamente en lo más alto.

Y así, la historia de Lila quedó grabada en la memoria de todos en la granja, recordándoles la importancia de la valentía, la amistad y el trabajo en equipo.

FIN.

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