La Verdad sobre el Lobo Luis
Era una tarde tranquila en el bosque, cuando la ardilla Chely y la coneja Paula decidieron hacer una visita a su amiga en la madriguera. Chely, que siempre tenía un aire aventurero, comentó: "Paula, ¿no te parece que hoy es un buen día para explorar el bosque?" "Sí, pero tenemos que volver antes de que anochezca. Mi mamá siempre dice que no es seguro estar afuera con la llegada de la noche", respondió Paula con cautela.
Sin embargo, la curiosidad de Chely fue más fuerte que el consejo de su mamá: "Vamos, será divertido. Además, ¿qué tan malo puede ser el bosque?"
Las dos amigas se adentraron en el bosque. Las hojas crujían bajo sus patitas mientras exploraban cada rincón. De repente, una lluvia ligera comenzó a caer. "Oh no, parece que no volveremos a tiempo. ¿Y si nos escondemos hasta que pase?" sugirió Chely. Paula miró alrededor y vio un arbusto denso. "Sí, ahí podremos escondernos. Pero ¿y si viene el Lobo Luis? La leyenda dice que es un lobo malo..."
Chely, sin asustarse por las historias que habían escuchado, le dijo: "No creas en todo lo que dicen. La mayoría de esas leyendas son exageraciones. Solo son cuentos para asustar a los más pequeños. Vamos, será divertido.
Se metieron en el arbusto, pero la lluvia pronto se convirtió en una tormenta. Los relámpagos iluminaban el cielo y los truenos sonaban como un tambor lejano. En medio del caos, algo brillante les llamó la atención.
"¿Viste eso?" exclamó Paula. "Sí, parece un fuego... pero no de un fuego de campamento. Vamos a investigar!" dijo Chely emocionada. Las dos pequeñas se aventuraron hacia la luz.
Para su sorpresa, encontraron un pequeño campamento donde un lobo, nada menos que el temido Lobo Luis, estaba tratando de encender una fogata. Estaba empapado y se le notaba cansado. "¿Qué hacen aquí, pequeñas?" preguntó Luis con una voz amable, a pesar de su apariencia.
Paula, temblando, respondió: "Nos estamos escondiendo de la tormenta, pero... ¡Tú eres el Lobo Luis!"
"Sí, lo soy, pero eso no significa que sea malo. Solo porque las historias dicen eso, no significa que sea verdad. La gente me teme sin conocerme realmente. ¿Te gustaría saber más sobre mí?"
Las dos amigas se miraron sorprendidas, y Chely, siempre curiosa, dijo: "Claro, cuéntanos!"
Luis les habló sobre su vida, cómo siempre había querido tener amigos pero que todos solo lo veían como un villano de los cuentos. "Una vez fui un lobo juguetón, pero al final solo quedé con la imagen de ser malo.
Si quieren, puedo enseñarles a hacer una fogata y a disfrutar del bosque en vez de temerle". Las chicas, sorprendidas y queriendo conocer más, aceptaron su propuesta.
Mientras hacían malabares con las ramas y el fuego, Luis les enseñó sobre las plantas que servían de refugio y los animales que vivían en el bosque. "El bosque es un lugar mágico, no hay que tener miedo de él, siempre y cuando lo respetemos". Paula, mirando a Luis a los ojos, comprendió que a veces, lo que parece aterrador no siempre lo es.
Cuando la tormenta amainó, estaban listos para regresar a casa. –"Gracias por el refugio, Lobo Luis. Nunca imaginamos que eras tan amable. Te prometemos que no diremos que eres malo, porque sabemos que no lo eres".
Luis sonrió, sintiéndose feliz por tener amigas. "Gracias a ustedes por darme una oportunidad. Un amigo nunca se juzga por su apariencia".
Las dos amigas regresaron a casa bajo la luz de la luna. "A veces necesitamos tener valor para conocer la verdad detrás de lo que creemos", reflexionó Chely. Paula sonrió y replicó: "Y siempre debemos escuchar las advertencias de nuestras mamás, ¡pero a veces la aventura vale la pena!"
Desde aquel día, Paula y Chely siguieron visitando a Luis. A través de estas visitas, aprendieron que la amistad puede encontrarse en los lugares más inesperados, y que no todo lo que parece malo, es realmente malo.
Así, la leyenda del Lobo Luis comenzó a cambiar en el bosque. Las risitas de la ardilla y la coneja rompieron los miedos de otros animales, y pronto, Luis no solo fue un lobo, sino también un buen amigo.
Y así, el bosque volvió a ser un lugar lleno de risa y alegría, donde cualquier amigo podía ser recibido, sin importar lo que dijeran las leyendas.
FIN.