Las alas de mi verdadero yo



Andrea era una niña muy especial. Desde que nació, siempre sintió que tenía que hacer un esfuerzo extra para ganarse el reconocimiento de sus padres.

A pesar de ser una niña inteligente y talentosa, nunca parecía ser suficiente para ellos. Pero un día, cuando Andrea tenía 15 años, su vida dio un giro inesperado. Sus padres le dieron la noticia de que iba a tener una hermana.

Andrea se llenó de emoción al pensar en tener a alguien con quien compartir aventuras y momentos especiales. Cuando finalmente llegó el día del nacimiento de su hermana, Andrea estaba ansiosa por conocerla.

Pero a medida que los días pasaban, comenzó a darse cuenta de algo extraño: su hermana no tenía que hacer nada para ganarse el amor y el reconocimiento de sus padres. La pequeña hermana de Andrea era caprichosa y mimada. Sus padres siempre estaban pendientes de ella, cumpliendo todos sus deseos sin siquiera pedirlo.

Mientras tanto, Andrea seguía luchando por destacar en todo lo que hacía, pero parecía pasar desapercibida. Un día, mientras caminaba por el parque pensativa y triste, conoció a una mariposa muy peculiar llamada Luna.

Luna podía hablar y entender los sentimientos de las personas. - ¡Hola Andrea! ¿Por qué te ves tan triste? - preguntó Luna con curiosidad. - Hola Luna - respondió Andrea con voz apagada -. Me siento invisible ante mis propios padres.

Siempre tengo que esforzarme mucho para recibir su atención y amor. Luna asintió comprensivamente y le dijo:- Andrea, cada persona es única y especial a su manera.

No tienes que ser como tu hermana para conseguir el amor y reconocimiento de tus padres. Tú ya eres valiosa tal como eres. Andrea se sorprendió por las palabras de Luna. Nunca antes nadie le había dicho algo así.

Comenzó a reflexionar sobre sus propias cualidades y talentos, recordando todas las cosas maravillosas que había logrado hasta ahora. Decidió que no iba a seguir luchando por el reconocimiento de sus padres, sino que iba a enfocarse en ser la mejor versión de sí misma.

Comenzó a cultivar sus intereses y pasiones, sin importar lo que los demás pensaran. Con el tiempo, Andrea se convirtió en una joven excepcionalmente talentosa en varias áreas. Sus logros comenzaron a llamar la atención de muchas personas, incluyendo la de sus padres.

Un día, mientras estaba recibiendo un premio por su destacado desempeño académico, vio a sus padres entre la multitud con lágrimas en los ojos. Se acercaron corriendo hacia ella y la abrazaron con fuerza.

- Andrea, estamos tan orgullosos de ti - dijeron sus padres emocionados -. Te has convertido en una persona increíblemente talentosa y admirable. Andrea sonrió mientras abrazaba a sus padres.

Finalmente entendió que no necesitaba hacer un constante esfuerzo para ganarse su amor y reconocimiento. Ellos siempre habían estado ahí para ella, solo que no sabían cómo expresarlo adecuadamente. Desde aquel día, Andrea siguió brillando con luz propia.

Aprendió que no importaba cuántas veces se sintiera invisible, siempre había algo especial en ella. Y lo más importante, nunca dejó de creer en sí misma. La moraleja de esta historia es que cada persona tiene su propio valor y talento.

No necesitamos compararnos con los demás o luchar por ganar el reconocimiento de los demás para sentirnos valiosos. Lo más importante es amarnos y aceptarnos tal como somos, porque cada uno de nosotros es único y especial a nuestra manera.

FIN.

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