Las Mariposas y la Rosa Mágica



En un hermoso jardín lleno de flores, vivía una rosa llamada Rosita. Ella era la flor más brillante y hermosa del lugar, pero algo la hacía sentir un poco triste. No podía contar cuántas mariposas danzaban a su alrededor cada día. Una mañana, decidió que era hora de aprender. Así que llamó a su amiga, la mariposa Lila.

"¡Lila!" - gritó Rosita, balanceándose suavemente con el viento. "¿Podrías ayudarme a contar a tus hermosas amigas mariposas?"

Lila, que era una mariposa de colores vivos, se acercó volando con gracia.

"¡Claro, Rosita! Me encantaría ayudarte. Pero primero, ¿sabías que contarlas puede ser divertido?" - respondió Lila moviendo sus alas.

Rosita sonrió emocionada.

"¿Por dónde empezamos?" - preguntó.

"Empecemos cuando salga el sol, así habrá muchas más mariposas que contar." - sugirió Lila.

Entonces, al siguiente día, cuando el sol comenzó a brillar, Rosita y Lila se prepararon para contar las mariposas. Mientras esperaban, Lila lanzó una idea brillante.

"Podríamos hacer una competencia. ¡Contemos quién ve más mariposas!" - propuso Lila.

"¡Sí! ¡Que empiece la cuenta!" - gritó Rosita, sintiendo que su tristeza se desvanecía.

Empezaron a contar. Cada vez que veían una mariposa, Lila volaba para apuntar cuántas había visto.

"¡Una mariposa azul!" - exclamó Lila.

"Dos mariposas amarillas!" - agregó Rosita un poco más tarde.

Cada vez que identificaban una mariposa, se sumaban a su cuenta alegremente. Pero, de repente, algo inesperado sucedió. Una mariposa muy peculiar con alas de un color marrón oscuro se acercó a ellas.

"¿Por qué están contando mariposas?" - preguntó curiosa la mariposa.

"Estamos aprendiendo a contar y a disfrutar del jardín. ¿Te gustaría unirte?" - respondió Rosita.

La mariposa miró a Rosita y a Lila por un momento, y luego sonrió.

"Claro, yo soy Mara. Tal vez conozca algunas mariposas que ustedes no han visto." - dijo.

Así, las tres comenzaron a contar juntas. Cada vez que veían una mariposa nueva, la emoción crecía.

"Mira, ¡un grupo de tres mariposas verdes!" - gritó Lila emocionada.

"¡Y una mariposa Roja!" - exclamó Rosita, llenándose de alegría.

Contaban y contaban, pero también aprendían los nombres y colores de cada mariposa. Al final del día, habían contado un total de veinte mariposas. Rosita estaba inmesamente feliz, ya que no solo había contado, sino que tenía nuevas amigas.

- “¡Ganamos! Contamos un total de 20 mariposas! ” - dijo Lila emocionada.

- “Sí, ¡y logramos unirnos! ” - agregó Mara, quien se sentía feliz de haber conocido a nuevas amigas.

"¿Ves, Rosita? Contar en compañía es mucho más divertido." - sonrió Lila.

Rosita era ahora una rosa feliz, no solo porque había aprendido a contar las mariposas, sino porque había hecho nuevas amigas.

El jardín nunca volvió a ser igual. Ahora, cada día, se reunían para contar cuántas mariposas danzaban en el aire. A veces se encontraban con nuevas mariposas, y siempre las invitaban a unirse a su juego de conteo.

"¿Qué les parece si hacemos un cartel con cuántas mariposas contamos cada semana?" - sugirió Rosita un día.

Las mariposas se miraron entusiasmadas y aceptaron la idea.

"¡Me encanta!" - voló Lila, que tenía un brillo especial en sus alas.

Así, las mariposas y la rosa aprendieron que contar no solo era una actividad divertida, sino una manera de crear lazos y disfrutar del hermoso jardín que las rodeaba. Y cada día contaban más y más mariposas, llenando su hogar de risas y colores vivos.

Con el tiempo, el jardín se convirtió en un lugar mágico donde las risas y la amistad florecieron más que nunca, y donde contar mariposas se volvió una tradición que siempre las mantendría unidas.

FIN.

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