Lucas y su corazón valiente



Había una vez un niño llamado Lucas que estaba a punto de comenzar el colegio.

Estaba muy emocionado por aprender cosas nuevas, pero al mismo tiempo se sentía triste y abrumado porque no conocía a nadie en su nueva escuela. El primer día de clases, Lucas llegó temprano y se quedó parado en la puerta sin saber qué hacer. Miraba a los demás niños riendo y jugando juntos, mientras él se sentía solo y perdido.

La maestra lo vio y se acercó a él con una sonrisa cálida. "Hola, soy la señorita Laura. ¿Cómo te llamas?" -preguntó la maestra. "Soy Lucas", respondió tímidamente el niño.

La señorita Laura notó que Lucas estaba triste, así que decidió ayudarlo. Lo llevó de la mano hasta su pupitre y le presentó a sus compañeros de clase. Todos lo recibieron con curiosidad y simpatía, haciéndolo sentir un poco más cómodo.

Durante el recreo, Lucas se sentó solo en un rincón del patio. Entonces, escuchó una vocecita decir:"¿Quieres jugar con nosotros?"Era Martina, una niña risueña que había notado a Lucas solitario.

Él asintió con una sonrisa tímida y se levantó para unirse al juego de Martina y sus amigos. Poco a poco, fue sintiéndose más integrado y feliz. Los días pasaron y Lucas empezó a hacer nuevos amigos en el colegio.

Descubrió que compartían gustos similares como los dibujos animados o los juegos de fútbol durante el recreo. Se dio cuenta de que no estaba solo; siempre había alguien dispuesto a jugar o conversar con él.

Un viernes por la tarde, después de clases, Martina lo invitó a su casa para merendar junto con otros compañeros. Fue una tarde llena de risas, juegos y deliciosas galletitas hechas por la mamá de Martina.

Lucas se sintió tan feliz en ese momento que comprendió que aunque al principio todo parecía difícil e intimidante, siempre hay personas dispuestas a brindar amistad y apoyo cuando más lo necesitas. Desde ese día en adelante, Lucas disfrutaba cada jornada escolar junto a sus nuevos amigos.

Aprendió que las situaciones difíciles pueden convertirse en oportunidades maravillosas si uno mantiene el corazón abierto y está dispuesto a dar lo mejor de sí mismo.

Y así fue como Lucas descubrió que incluso en medio del desconcierto inicial siempre habrá luz al final del túnel si uno tiene valor para seguir adelante con alegría y esperanza en el corazón.

FIN.

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