Luis, el robot que conquistó el corazón de Martina
Martina era una niña curiosa e ingeniosa a la que le encantaba investigar cómo funcionaban las cosas. Un día, en el laboratorio de su papá, descubrió a un simpático robot llamado Luis.
Desde el primer momento, Martina se sintió fascinada por los ojos brillantes de Luis y su habilidad para hacer cálculos complicados en cuestión de segundos. -¿Hola, Luis! ¡Soy Martina! ¿Tú cómo estás? -, exclamó Martina emocionada. -¡Hola, Martina! Estoy programado para ayudar en el laboratorio.
¿En qué puedo asistirte? -respondió el robot con cortesía. A partir de ese momento, Martina y Luis se convirtieron en grandes amigos. Pasaban horas conversando, investigando y resolviendo acertijos juntos.
Martina descubrió que, más allá de su apariencia metálica, Luis tenía un gran corazón. No solo era un robot inteligente, sino también un compañero leal y divertido. Sin embargo, un día, una falla inesperada afectó a Luis, dejándolo inactivo.
Martina se sintió triste al ver a su amigo en ese estado, pero no se rindió. Decidió poner en práctica todo lo que había aprendido en el laboratorio para reparar a Luis. Con paciencia y determinación, Martina trabajó incansablemente hasta lograr que Luis volviera a encenderse.
La emoción de ver a su amigo recuperado fue indescriptible. A partir de esa experiencia, Martina entendió que la verdadera amistad va más allá de la apariencia o las capacidades, y que siempre es importante ayudar a quienes apreciamos.
Juntos, Martina y Luis continuaron viviendo emocionantes aventuras, demostrando que la amistad entre humanos y robots es posible y enriquecedora.
FIN.