Mis Príncipes Hermosos
En un tranquilo barrio de Buenos Aires, vivían dos amigos inseparables: Jeremy y Nicky. Ambos compartían una pasión por las aventuras y la curiosidad por descubrir el mundo que los rodeaba. Un día, mientras paseaban por el parque, encontraron un viejo mapa escondido entre las hojas de un árbol. El mapa decía "En busca del Tesoro de la Amistad". Sus corazones se llenaron de emoción.
"¡Mirá, Nicky! ¡Vamos a buscar ese tesoro!" - exclamó Jeremy, con los ojos brillando de entusiasmo.
"Sí, ¡será una gran aventura!" - respondió Nicky, mientras saltaba de alegría.
Decididos a encontrar el tesoro, los chicos siguieron las instrucciones del mapa que los condujo a distintas partes del parque. En el camino, encontraron desafíos que no esperaban: un puente que parecía débil, un arroyo que había que cruzar y hasta un perro que les ladraba.
"¿Cómo vamos a cruzar este arroyo?" - se preocupó Nicky, mirando el agua fría y turbulentosa.
"¡Tengo una idea!" - dijo Jeremy, recordando algo que había visto en un libro. "Podemos armar una balsa con ramas y hojas. No será fácil, pero juntos podemos lograrlo."
Los chicos comenzaron a recolectar ramas y hojas, trabajando en equipo. Cada uno aportaba sus ideas y pronto la balsa estaba lista. Con un empujón y mucha risa, cruzaron el arroyo.
Al llegar a la orilla, se sintieron orgullosos de haber superado el primer desafío. El mapa los llevó después a un gran árbol en el centro del parque, donde tenían que descifrar un enigma para continuar su búsqueda.
"El que tiene raíces fuertes, da sombra a los débiles. ¿Qué es?" - leyó Nicky en voz alta, rascándose la cabeza.
Jeremy pensó unos segundos y dijo:
"¡Un amigo! Un árbol fuerte representa la amistad, siempre está ahí para brindar apoyo. ¿Qué tal si buscamos a alguien que necesite ayuda?"
Nicky sonrió, comprendiendo la sabiduría de su amigo. Al poco tiempo, encontraron a una niña llorando porque había perdido su pelota.
"¿Por qué lloras?" - le preguntó Nicky.
"Perdí mi pelota, y no sé dónde buscarla..." - sollozó ella.
"¡Nosotros te ayudaremos!" - dijo Jeremy entusiasmado.
Juntos, comenzaron a buscar la pelota por todo el parque. Buscaron bajo los bancos, detrás de los arbustos y hasta preguntaron a otros niños. Finalmente, la encontraron atrapada en un arbusto espinoso.
"¡Acá está!" - gritó Nicky, mientras sacaba la pelota con cuidado.
La niña sonrió con alegría, y en ese momento, los chicos comprendieron que la verdadera amistad es como un tesoro que se comparte. Con el corazón lleno de felicidad, siguieron su camino.
Finalmente, después de muchos desafíos y risas, Jeremy y Nicky llegaron a un claro donde encontraron un cofre antiguo. Con manos temblorosas, abrieron la tapa y, para su sorpresa, el cofre estaba lleno de cartas y dibujos.
"¿Dónde está el tesoro?" - preguntó Nicky decepcionado.
"Estos no son tesoros materiales, son historias sobre la amistad y cómo ayudar a otros" - explicó Jeremy, mientras leía una de las cartas. "Creo que estas cartas son mucho más valiosas."
Ambos entendieron que el verdadero tesoro no era oro ni joyas, sino las experiencias que habían compartido y el valor de ayudar a otros.
"Prometamos siempre ser amigos y ayudar a quienes lo necesiten" - dijo Nicky con seriedad.
—"Prometido" - respondió Jeremy, sonriendo.
Y así, los príncipes de la amistad regresaron a casa, llenos de nuevas historias y lecciones que contar. Esa aventura se convirtió en una de muchas, y cada día aprendían lo valioso que era tenerse el uno al otro.
Desde entonces, Jeremy y Nicky sabían que el mejor tesoro era la amistad y que las aventuras se disfrutan más cuando se comparten con quienes amamos.
FIN.