Nayeli y la valentía de la amistad


Había una vez en Jicamarca, un pequeño pueblo rodeado de hermosos paisajes y grandes aventuras, una estudiante llamada Nayeli. Ella era una niña muy inteligente y curiosa, pero tenía un problema: era extremadamente asustadiza.

Nayeli vivía con su abuela cerca del puerto, y todos los días debía tomar un barco para ir a la escuela. Pero lo que más temía no era el mar agitado ni las olas gigantes, sino su compañero de clase, Raúl.

Raúl era un niño travieso y juguetón que disfrutaba asustar a Nayeli cada vez que podía. Le encantaba saltar detrás de ella gritando "¡Bu!", haciendo que la pobre Nayeli se sobresaltara y diera saltitos en el aire.

Un día, cansada de ser siempre la víctima de las bromas de Raúl, Nayeli decidió buscar ayuda. Fue a ver al sabio del pueblo, Don Manuelito, quien le dijo:"-Nayeli, querida niña asustadiza, tienes que enfrentar tus miedos si quieres superarlos.

No puedes dejar que Raúl te intimide así. "Nayeli se sintió inspirada por las palabras del sabio y decidió seguir su consejo.

Al día siguiente, cuando subió al barco para ir a la escuela como siempre lo hacía, vio a Raúl sentado en el último rincón. "-Hola Raúl", saludó valientemente Nayeli. Raúl levantó la mirada sorprendido. "-¿Eh? ¿Hola Nayeli?", respondió sin esperarse esa reacción.

A partir de ese día, Nayeli y Raúl comenzaron a hablar más y a conocerse mejor. Descubrieron que tenían muchas cosas en común y se convirtieron en grandes amigos. Pero la historia no termina ahí.

Un día, mientras estaban juntos explorando una cueva misteriosa en el bosque cercano al pueblo, escucharon un ruido extraño. Ambos se asustaron al instante. "-¡Ay! ¿Qué fue eso? ¡Tengo miedo!", exclamó Nayeli. "-Tranquila, Nayeli", dijo Raúl con una sonrisa tranquilizadora. "Estoy aquí contigo, no tienes por qué temer".

Juntos, decidieron investigar el origen del ruido. Avanzaron cautelosamente hasta descubrir que era solo un pequeño animalito atrapado entre las rocas. Lo liberaron y lo vieron alejarse felizmente. Desde aquel día, Nayeli ya no era tan asustadiza como antes.

Había aprendido a enfrentar sus miedos con valentía y confianza en sí misma, gracias a su amistad con Raúl.

Y así, los dos amigos continuaron viviendo grandes aventuras juntos en Jicamarca, superando obstáculos y demostrando que la amistad verdadera puede ayudarnos a superar nuestros mayores temores.

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