Niña y la Varita de las Estrellas



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de campos verdes, árboles frondosos, flores de mil colores y animales juguetones, vivía Niña, una niña curiosa y soñadora que amaba contemplar la Luna y las estrellas antes de dormir.

Niña siempre había deseado poder volar hasta el cielo para tocar las estrellas con sus propias manos. Un día, mientras paseaba por el campo con su familia y amigos, encontró un objeto brillante entre las flores: era una varita mágica.

- ¡Miren lo que encontré! -exclamó Niña emocionada. Al tomar la varita en sus manos, sintió una energía especial recorrer todo su cuerpo.

Sin dudarlo, levantó la varita hacia el cielo y pronunció en voz alta:- ¡Estrellas brillantes, deseo cumplir! Quiero volar hasta ustedes y sentirme feliz. En ese instante, la varita se iluminó con destellos dorados y Niña comenzó a elevarse lentamente por los aires.

Su familia y amigos miraban atónitos cómo la niña ascendía cada vez más alto, acercándose a las estrellas que titilaban en la inmensidad del firmamento. - ¡Niña está volando hacia las estrellas! -gritaban maravillados.

De repente, un grupo de aves coloridas salió de entre los árboles del bosque y rodearon a Niña en su ascenso hacia el cielo. Juntas surcaron el firmamento bailando al compás del viento mientras las estrellas les guiaban el camino. La Luna observaba desde lo alto con una sonrisa radiante.

Al llegar al espacio infinito donde brillaban intensamente las estrellas, Niña pudo finalmente tocarlas con sus dedos pequeños. Una sensación cálida invadió su corazón haciéndola sentir plena y feliz como nunca antes había experimentado.

- ¡Gracias por hacer mi sueño realidad! -agradeció Niña mirando a las estrellas. Las estrellas le hablaron en un murmullo celestial:- El verdadero poder para alcanzar tus sueños siempre ha estado dentro de ti. Solo necesitabas creer en ti misma y tener valentía para perseguir lo que anhelas.

Con estas palabras resonando en su ser, Niña emprendió el regreso a casa acompañada por las aves coloridas que la guiaron de vuelta al campo donde todo comenzó.

Al posarse nuevamente sobre la tierra firme junto a su familia y amigos reunidos allí expectantes, les contó maravillada toda su aventura hasta las estrellas.

Desde ese día, Niña supo que no importa cuán grande parezca un sueño o cuán imposible parezca alcanzarlo; si se cree con fuerza suficiente en uno mismo y se tiene coraje para perseguirlo incansablemente como ella hizo aquel día mágico junto a las maravillas del campo lleno de amorosos árboles, fragantes flores multicolores e inquietos animales amigables; cualquier deseo puede convertirse en realidad.

Y así fue como Niña aprendió que los sueños están al alcance de quienes se atreven a soñar sin límites bajo el resplandor eterno de la Luna vigilante entretejida por destellos fugaces provenientes del vasto universo poblado por infinidad de luminosas estrella.

FIN.

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