Pelusa, el perro abandonado


Había una vez un niño llamado Rodrigo que soñaba con tener un perrito de compañía. Cada día, veía a los perros en el parque y deseaba tener uno propio para jugar y compartir aventuras juntos.

Un día, Rodrigo decidió hablar con su papá sobre su deseo de tener un perrito. Se acercó a él mientras estaba leyendo el periódico y le dijo:- Papá, ¿podemos tener un perrito? Me encantaría tener uno como mascota.

El papá de Rodrigo lo miró con cariño y respondió:- Hijo, me encantaría que tuviéramos un perrito también. Pero debemos esperar hasta que tengamos nuestra propia casa. Ahí podremos brindarle todo el espacio y amor que se merece.

Rodrigo se sintió algo triste pero entendió las razones de su papá. Sabía que era importante tomar decisiones responsables cuando se trata del cuidado de una mascota.

Pasaron los días y Rodrigo continuaba pensando en cómo sería tener a su fiel amigo animal a su lado. Un día, mientras caminaban por la calle, vieron a un perro abandonado cerca de una tienda. Rodrigo no pudo evitar acercarse al perro y darle cariño. El animal parecía estar solo y necesitado de afecto.

Rodrigo sintió aún más el deseo de adoptarlo y llevarlo a casa. - Papá, ¡mira! Este perrito necesita ayuda. Podemos llevárnoslo hasta que tengamos nuestra propia casa -dijo Rodrigo emocionado.

El papá reflexionó por unos momentos antes de responder:- Tienes razón, hijo. Este perro necesita un hogar y nosotros podríamos brindárselo temporalmente. Pero debemos asegurarnos de cuidarlo adecuadamente hasta encontrarle una familia permanente. Rodrigo y su papá llevaron al perro a casa.

Le dieron comida, agua y mucho cariño. Lo llamaron —"Pelusa"  por su pelaje blanco como la nieve. Rodrigo se encargaba de sacarlo a pasear todos los días y jugar con él en el parque.

A medida que pasaban las semanas, Pelusa se convirtió en un miembro más de la familia. Rodrigo estaba feliz de tenerlo cerca y Pelusa también parecía haber encontrado el amor y el cuidado que tanto necesitaba.

Un día, mientras caminaban por el parque, un señor mayor se acercó a ellos. Parecía muy amable y le preguntó a Rodrigo sobre Pelusa. - Hola, joven. He estado buscando un compañero fiel para mí desde hace tiempo.

¿Te gustaría darme a Pelusa? Rodrigo sintió una mezcla de emociones al escuchar esas palabras. Por un lado, quería quedarse con Pelusa porque lo había llegado a querer mucho; pero por otro lado, sabía que ese hombre podría darle una vida estable y llena de amor.

Miró a su papá en busca de orientación y este le dio una sonrisa comprensiva. - Hijo, sé lo mucho que quieres a Pelusa, pero recuerda que siempre dijimos que sería temporal hasta tener nuestra propia casa.

Creo que este señor podría darle todo eso ahora mismo -dijo su papá con voz tranquila. Rodrigo asintió lentamente mientras las lágrimas se asomaban en sus ojos. Sabía que era lo correcto, aunque le doliera despedirse.

- Señor, si promete cuidar a Pelusa y darle todo el amor que merece, entonces está bien. Quiero que sea feliz -dijo Rodrigo con voz temblorosa. El señor mayor sonrió y agradeció a Rodrigo por su generosidad.

Prometió cuidar de Pelusa siempre y darle una vida llena de amor y aventuras. Después de despedirse de Pelusa con un abrazo apretado, Rodrigo sintió un poco de tristeza pero también una sensación de alegría por haber hecho lo correcto.

A medida que pasaba el tiempo, Rodrigo recordaba con cariño a Pelusa y esperaba ansioso el día en que finalmente tendrían su propia casa para poder adoptar otro perrito.

La historia de Rodrigo nos enseña la importancia de tomar decisiones responsables y pensar en el bienestar del otro antes que en los deseos propios. A veces, hacer sacrificios puede traer felicidad tanto para uno mismo como para aquellos a quienes amamos.

Y así fue como Rodrigo aprendió valiosas lecciones sobre la paciencia, la generosidad y el amor incondicional hacia los animales.

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