Recuerdos enredados



Había una vez una niña llamada Montse, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y prados verdes. Montse era muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras exploraba el desván de su casa, encontró una caja llena de fotos antiguas. Al abrir la caja, se dio cuenta de que eran fotos de ella cuando era bebé junto a su abuela. Montse sonrió al recordar los buenos momentos que había compartido con ella.

Montse decidió llevar las fotos a su mamá para preguntarle más sobre esos recuerdos. Su mamá le contó que su abuela había sido una mujer increíblemente cariñosa y divertida.

Le encantaba pasar tiempo con sus nietos y siempre tenía historias interesantes para contarles. Inspirada por estas historias, Montse decidió visitar a su abuelo para hablar sobre la abuela y escuchar más anécdotas divertidas.

Cuando llegó a la casa del abuelo, lo encontró sentado en el jardín mirando viejos álbumes de fotos. "¡Hola Abuelo!" saludó Montse entusiasmada. "¡Hola mi niña! ¿Qué te trae por aquí hoy?" respondió el abuelo con una sonrisa. "Mamá me enseñó algunas fotos antiguas de mí y la abuela", dijo Montse emocionada.

"Quiero saber más sobre ella". El abuelo suspiró nostálgicamente y comenzó a contarle historias sobre cómo él y la abuela solían ir al parque todos los fines de semana cuando eran jóvenes.

También hablaron sobre cómo la abuela siempre encontraba formas creativas de hacer reír a Montse y a sus hermanos. Montse se rió al escuchar las historias del abuelo y comenzó a recordar los momentos felices que había compartido con su abuela.

Se dio cuenta de lo especial que era tener esos recuerdos y decidió que quería hacer algo para honrar la memoria de su querida abuela.

Después de hablar con el abuelo, Montse decidió organizar un picnic en el parque, justo como solían hacerlo la abuela y el abuelo. Invitó a toda su familia y pasaron un día maravilloso juntos, riendo, contando historias y recordando a la abuela. A medida que Montse crecía, siguió manteniendo vivos los recuerdos de su abuela.

Cada vez que se sentía triste o necesitaba un poco de alegría en su vida, miraba las fotos antiguas y recordaba los buenos momentos compartidos junto a ella.

Y así fue como Montse aprendió la importancia de valorar los momentos especiales con nuestros seres queridos. Aprendió que aunque las personas puedan no estar físicamente presentes, siempre pueden vivir en nuestros corazones a través de los recuerdos felices.

Desde aquel día, Montse se aseguró de crear muchos más recuerdos inolvidables con su familia y amigos. Y cada vez que alguien le preguntaba sobre su sonrisa radiante, ella respondía: "Es gracias a mi maravillosa abuela".

FIN.

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