Rocky, el perro patinador y la Navidad en Villa Fría



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Fría, donde la Navidad se celebraba de una manera muy especial.

En el centro de la plaza principal, cada año se instalaba una hermosa pista de hielo donde grandes y chicos podían deslizarse y divertirse patinando. Entre la gente que visitaba la pista de hielo, había un simpático perro llamado Rocky. Rocky era un golden retriever muy travieso y curioso que siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Le encantaba corretear por el pueblo, jugar con los niños y recibir caricias de todos los vecinos. Una fría mañana de diciembre, mientras Rocky paseaba por la plaza, vio a un grupo de niños patinando en la pista de hielo.

Se acercó corriendo y comenzó a dar vueltas alrededor de ellos, moviendo su cola emocionado. Los niños rieron al verlo tan feliz y decidieron invitarlo a patinar con ellos.

"¡Vamos Rocky, únete a nosotros! Serás el perro más genial sobre hielo", exclamó Sofi, una niña risueña con trenzas doradas. Rocky no lo dudó ni un segundo y saltó alegremente a la pista de hielo.

Al principio le costó mantenerse en pie, pero con la ayuda de los niños logró equilibrarse y comenzar a deslizarse suavemente por el hielo. Todos aplaudieron emocionados al ver lo bien que lo hacía. "¡Mira cómo patina Rocky! Es todo un profesional", dijo Juanito mientras daba vueltas agarrado del brazo del perro.

Los vecinos que pasaban por allí se detuvieron asombrados al ver al perro patinando tan habilidosamente.

La noticia se corrió rápidamente por todo el pueblo y pronto la pista de hielo estaba llena de gente admirando las acrobacias de Rocky sobre el hielo. Sin embargo, cuando todo parecía perfecto, algo inesperado ocurrió: las nubes cubrieron el cielo y empezó a nevar copiosamente.

La gente comenzó a preocuparse por resbalar en el hielo mojado, pero antes de que pudieran reaccionar, Rocky dio muestras sorprendentes de destreza al deslizarse ágilmente entre los copos blancos como si fuera parte del espectáculo navideño. "¡Es increíble! ¡Rocky es realmente único!", exclamaron los presentes maravillados ante semejante demostración canina sobre hielo.

La nieve continuó cayendo suavemente sobre Villa Fría creando un manto blanco mágico que envolvía todo el lugar en un ambiente festivo lleno de alegría y solidaridad entre sus habitantes.

Y así fue como aquella Navidad quedó marcada en la memoria colectiva como la Navidad en que un perro llamado Rocky conquistó corazones con su gracia sobre una pista helada.

FIN.

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