Rocky, el Rotweiller Valiente



Era una mañana soleada en el barrio de Villa Esperanza. Los papás y los niños salían a jugar, pero había un perro que todos miraban con miedo: Rocky, un Rotweiller de gran tamaño y aspecto aterrador. Todos decían que Rocky era un perro peligroso.

Pero había una anciana, la señora Rosa, que veía algo especial en él. Un día decidió adoptar a Rocky y se lo llevó a su hogar. La señora Rosa amaba a los animales, y con paz y paciencia, comenzó a enseñarle a Rocky lo que significa ser un buen amigo.

"Eres un gran perro, Rocky. No dejes que lo que dicen los demás te afecte" - le decía la señora Rosa mientras le acariciaba la cabeza.

Con el tiempo, Rocky comenzó a aprender a confiar en la gente. A pesar de que seguía siendo imponente, la señora Rosa sabía que en su corazón había valentía y bondad.

Un viernes por la tarde, el pequeño Lucas, el nieto de la señora Rosa, decidió ir a visitar a su abuela.

"¡Abuela! ¡Llegué!" - gritó Lucas al entrar. Rocky, al escuchar la voz de su nuevo amigo, movió la cola emocionado.

"Hola, mi amor. ¡Mira quién vino a verte!" - dijo la abuela, señalando a Rocky.

"¡Es un perro enorme, abuela! ¿Es peligroso?" - preguntó Lucas con un poco de miedo.

La señora Rosa sonrió y le explicó:

"No, querido. Rocky no es peligroso. Es valiente y leal. Solo necesita amor y amistad."

Lucas se acercó despacio, un poco nervioso, pero finalmente empezó a acariciar a Rocky, quien estaba feliz de recibir atención.

Mientras jugaban en el jardín, de repente, un criminal apareció por la calle. Era un hombre extraño que se acercó rápidamente.

"Ehh, pibe, ven acá un momento" - le dijo el criminal a Lucas, mientras extendía la mano.

Lucas, confundido e inocente, comenzó a acercarse;

"¿Qué pasa, señor?"

Pero cuando el criminal intentó agarrarlo, Rocky entró en acción.

"¡Guau! ¡Guau!" - ladró Rocky con una voz profunda.

El ladrido fue tan fuerte que ahuyentó al criminal, quien, al ver a Rocky acercándose, decidió escapar corriendo.

"¡Rocky, sos un héroe!" - exclamó Lucas, mientras abrazaba al perro.

La señora Rosa miraba orgullosa desde la puerta.

Al día siguiente, los vecinos comenzaron a enterarse de lo que había pasado. Al principio, empezaron a murmurar en los pasillos.

"¿No era Rocky un perro peligroso? ¿Vieron cómo rescató al niño?" - comentaban.

Muchos se sintieron avergonzados por haber juzgado mal a Rocky y comenzaron a acercarse a la casa de la señora Rosa.

"¿Podemos conocer a Rocky?" - preguntó una vecina.

La señora Rosa, con una sonrisa, les abrió la puerta.

"Claro, vengan a conocer a mi amigo Rocky" - dijo mientras los vecinos entraban al jardín.

Los niños comenzaron a jugar con Rocky, y poco a poco, el miedo se fue desvaneciendo.

"Disculpa por haber pensado que eras peligroso, Rocky. Eres un perro especial" - le dijo un niño mientras le lanzaba una pelota.

Desde ese día, Rocky se convirtió en el perro del barrio.

La señora Rosa había demostrado que no se debe juzgar a un libro por su tapa, y que todos, incluso los que parecen intimidantes, pueden ser valiosos amigos si les damos una oportunidad.

Así, el barrio de Villa Esperanza aprendió una lección importante sobre la amistad y el valor de entender a otros.

Rocky, con su gran corazón, unió a los vecinos en un nuevo lazo de confianza, y todos vivieron felices, aprendiendo a no juzgar por las apariencias.

FIN.

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