Rosita y la lección de humildad



Había una vez en un pequeño bosque, una ratita muy presumida llamada Rosita. Ella siempre lucía el pelaje más brillante y limpio, y se pasaba horas frente al espejo peinándose y arreglándose.

Un día, mientras paseaba por el bosque, se encontró con sus amigas Rita la ardilla y Lola la liebre.

Ellas le propusieron ir a reagarrar bayas juntas, pero Rosita las miró de arriba abajo con desdén y les dijo:"Lo siento chicas, pero yo tengo cosas mucho más importantes que hacer que ensuciarme las patitas reagarrando bayas. De todas formas, ustedes no podrían lucir tan bien como yo aunque lo intentaran.

"Rita y Lola se sintieron tristes por la actitud de Rosita, pero decidieron seguir adelante sin ella. Mientras tanto, un zorro astuto llamado Lucas las observaba desde los arbustos. Decidido a enseñarle una lección a la ratita presumida, Lucas ideó un plan. Esperó a que Rosita estuviera sola para acercarse sigilosamente.

"Hola hermosa ratita", dijo el zorro con voz suave. "He oído hablar de tu belleza en todo el bosque.

¿Te gustaría venir conmigo a dar un paseo por el prado?"Rosita se sonrojó ante los halagos del zorro y aceptó encantada la invitación. Juntos caminaron hacia el prado donde Lucas le mostró un charco brillante de agua. "Mira qué bella eres reflejada en este charco", dijo el zorro.

Pero cuando Rosita se inclinó para verse en él, vio su pelaje sucio y despeinado por primera vez. La ratita se dio cuenta de lo vanidosa que había sido y cómo había descuidado su verdadera belleza interior al preocuparse solo por su apariencia externa.

Justo en ese momento, Rita la ardilla y Lola la liebre aparecieron corriendo para advertirle sobre las intenciones del zorro Lucas. "¡Cuidado Rosita! ¡Ese zorro solo quería engañarte!", exclamaron asustadas.

Rosita comprendió entonces que sus amigas siempre habían estado allí para ella, a pesar de su actitud arrogante. Agradecida por tener amigas tan leales, abrazó a Rita y Lola prometiendo nunca más ser tan presumida ni dejar que su vanidad la cegara.

Desde ese día en adelante, Rosita aprendió a valorar no solo su apariencia exterior sino también sus cualidades internas como la bondad, la humildad y la amistad verdadera. Juntas continuaron explorando el bosque recolectando bayas mientras compartían risas y alegrías en compañía unas de otras.

Y así, La ratita presumida se convirtió en La ratita sabia; una historia inspiradora sobre aprender a valorar lo que realmente importa en la vida: las relaciones genuinas basadas en el amor y el respeto mutuo.

FIN.

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