Sebastián y el Misterio del Cuaderno Perdido
Era un día soleado en la Escuela Primaria Rincón de la Aventura. Los alumnos estaban emocionados porque el maestro de la clase, el señor López, había anunciado que se llevaría a cabo un concurso de talentos. Todos estaban listos para mostrar sus habilidades, excepto Sebastián, un niño tímido que siempre llevaba consigo un cuaderno negro.
Sebastián solía utilizar su cuaderno para anotar ideas para cuentos y dibujar a sus amigos, pero tenía un secreto: también le gustaba resolver misterios. Ese día, mientras pensaba en qué presentar en el concurso, se dio cuenta de que su cuaderno había desaparecido.
"¡No!" - exclamó Sebastián, mirando alrededor de su escritorio.
"¿Qué pasa, Sebastián?" - le preguntó su amiga Valentina, mientras se acercaba.
"Perdí mi cuaderno y necesito encontrarlo. Sin él, no puedo participar en el concurso" - contestó, con voz preocupada.
Valentina, siempre lista para ayudar, decidió unirse a Sebastián en la búsqueda del cuaderno. Juntos, comenzaron a interrogar a sus compañeros de clase.
"¿Viste mi cuaderno, Amigo Juan?" - le preguntó Sebastián a su compañero.
"No lo he visto, pero creo que podría haberlo dejado en la sala de arte" - respondió Juan.
Sebastián y Valentina se dirigieron a la sala de arte, donde encontraron a la profesora Clara organizando pinceles y pinturas.
"¿Señora Clara, ha visto mi cuaderno negro?" - preguntó Sebastián.
"Hmm, creo que lo vi el lunes en el pasillo cerca de la biblioteca, Sebastián" - dijo la profesora pensativa.
Sin perder tiempo, Sebastián y Valentina corrieron hacia la biblioteca. Al llegar allí, se encontraron con su amigo Luca, quien estaba leyendo un libro sobre dinosaurios.
"Luca, ¿has visto mi cuaderno negro?" - preguntó Sebastián con esperanza.
"Sí, lo vi en el patio, junto a los columpios y creo que unos chicos lo estaban hojeando" - dijo Luca.
Sebastián se sintió aliviado y un poco ansioso al mismo tiempo. Corrieron al patio, donde vieron a un grupo de niños riendo y pasando las páginas de su cuaderno.
"¡Eh! ¡Ese es mi cuaderno!" - gritó Sebastián, acercándose.
Los chicos se dieron vuelta con sorpresa. Uno de ellos, llamado Tomás, respondió:
"Oh, ¡perdona! No sabíamos que era tuyo." - dijo mientras le devolvía el cuaderno a Sebastián.
"Gracias. Me encanta escribir mis historias en él", respondió Sebastián con una sonrisa.
"¿Te gustaría que leamos una de tus historias juntos?" - sugirió Valentina.
"Sí, eso suena genial, pero tengo que preparar mi actuación para el concurso" - dijo Sebastián, volviéndose un poco nervioso.
Al ver su preocupación, Valentina y sus compañeros lo animaron:
"Podés hacerlo, Sebastián. ¡Todos estamos aquí para apoyarte!" - dijo Juan, levantando el pulgar.
Al día del concurso, Sebastián decidió presentar un cuento que había escrito en su cuaderno, sobre un intrépido detective que resolvía misterios en la escuela. Cuando llegó su turno, respiró hondo y sonrió a sus amigos.
Comenzó a contar su historia, y poco a poco su timidez se desvaneció. Las risas y el interés de sus compañeros lo motivaron a seguir. Al terminar, todos aplaudieron.
"¡Bravo, Sebastián!" - gritó Valentina.
"Eres un verdadero narrador" - añadió la profesora Clara.
Aquel día, Sebastián no solo encontró su cuaderno, sino que también descubrió su pasión por contar historias y que tenía amigos que lo apoyaban. Al finalizar el concurso, el señor López se acercó a Sebastián:
"Me impresionó tu historia. Me gustaría que la compartieras en la asamblea de la semana que viene".
Sebastián sonrió, sabiendo que el verdadero misterio era el valor que había encontrado dentro de él. Y así, con su cuaderno siempre en mano, decidió que su camino como escritor apenas comenzaba.
FIN.