Semillas de Amistad


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, una maestra muy querida por todos sus estudiantes. La señorita Ana era conocida por su ternura, paciencia y dedicación en enseñar a los niños.

Al finalizar el año escolar, la señorita Ana reunió a todos sus alumnos en el patio de la escuela para despedirse de ellos antes de las vacaciones de verano. Los niños estaban tristes porque sabían que no la verían durante mucho tiempo.

"¡Buenos días, mis queridos alumnos!" -saludó la señorita Ana con una sonrisa cálida-. "Hoy es un día especial porque quiero decirles algo muy importante".

Los niños se miraron entre sí, curiosos por saber qué les quería contar su maestra. "Quiero que sepan que aunque nos separemos durante las vacaciones y algunos vayan a otras escuelas el próximo año, siempre estaré aquí para ustedes.

Aunque estemos lejos, nunca estarán solos porque siempre podrán contar conmigo", expresó la maestra con voz emotiva. Los niños se abrazaron entre ellos emocionados por las palabras de la señorita Ana. Saber que ella siempre estaría allí para ellos les dio paz y seguridad en sus corazones.

"Pero eso no es todo", continuó la maestra-. "Para recordarme, les regalaré a cada uno una semilla especial. Esta semilla representa nuestro vínculo y crecerá fuerte y hermosa al igual que lo harán ustedes".

Los niños recibieron las semillas con alegría y comenzaron a hacer planes sobre dónde plantarlas y cuidarlas durante las vacaciones. El tiempo pasó y llegó el momento del regreso a clases. Los niños corrieron emocionados hacia la escuela para encontrarse con su amada maestra.

Al llegar al patio, descubrieron que las semillas que habían plantado habían crecido grandes árboles frondosos. "¡Miren qué hermoso crecieron nuestros árboles!" -exclamaron los niños sorprendidos.

La señorita Ana apareció sonriente detrás de los árboles y les dijo: "Así como estas semillas han crecido fuertes y hermosas, también lo han hecho ustedes. Siempre estaré aquí para acompañarlos en su camino".

Desde ese día, los niños supieron que aunque estuvieran lejos de su maestra físicamente, siempre llevarían consigo su amor, enseñanzas y apoyo incondicional donde quiera que fueran. Y así, juntos construyeron un puente indestructible entre ellos que perduraría por siempre jamás.

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