Siete Deseos para el Bosque Encantado


Había una vez en un hermoso bosque, una anciana llamada Doña Rosa, quien era la dueña y guardiana de aquel mágico lugar.

Doña Rosa cuidaba con mucho amor y dedicación a todas las criaturas que habitaban en el bosque, desde los pájaros cantores hasta los pequeños conejos juguetones. Un día, mientras paseaba por el bosque, Doña Rosa encontró algo inusual: una brillante ruleta de colores con números del 1 al 10.

La ruleta estaba en medio de un claro y parecía estar esperando a alguien. Sin pensarlo dos veces, la curiosa anciana decidió darle un giro a la ruleta. "¡Vamos a ver qué nos depara esta extraña ruleta!", exclamó Doña Rosa emocionada.

Con un chasquido mágico, la ruleta comenzó a girar y girar hasta que finalmente se detuvo en el número 7. En ese momento, un destello de luz iluminó el claro y apareció ante Doña Rosa un hada diminuta.

"¡Gracias por despertarme! Soy el hada Luna y estoy aquí para concederte siete deseos como agradecimiento", dijo el hada con una sonrisa radiante. Doña Rosa no podía creer lo que estaba sucediendo.

Tenía la oportunidad de pedir siete deseos maravillosos gracias a aquella misteriosa ruleta. Después de pensarlo detenidamente, decidió hacer su primer deseo.

"Quisiera que todos los árboles del bosque estuvieran llenos de frutas para que nunca falte alimento para los animales", expresó la anciana con bondad en su corazón. El hada Luna agitó su varita mágica y al instante cada árbol del bosque se cubrió de deliciosas frutas de todos los colores y sabores.

Los animales del bosque no podían contener su alegría al ver tanta abundancia a su disposición gracias al primer deseo de Doña Rosa.

A medida que pasaban los días, Doña Rosa utilizaba sabiamente sus deseos para mejorar la vida en el bosque: hizo brotar manantiales cristalinos para que todos tuvieran agua fresca; creó senderos luminosos para guiar a quienes se perdieran; regaló cobijas cálidas para las noches frías; plantó flores aromáticas por doquier; trajo risas y juegos entre los animalitos; e inspiración para artistas anónimos del lugar.

Finalmente, llegó el momento del séptimo deseo. Con lágrimas en los ojos por todo lo hermoso que había logrado gracias a la generosa ayuda del hada Luna, Doña Rosa pidió:"Quisiera que este bosque siempre sea un hogar seguro y feliz para todos sus habitantes.

"El hada Luna asintió con ternura y extendió sus alas brillantes sobre todo el bosque. Un resplandor dorado envolvió cada rincón, protegiendo aquel lugar especial donde reinaba la armonía y la bondad.

Desde entonces, el Bosque Encantado de Doña Rosa se convirtió en leyenda entre las criaturas del lugar. Todos recordaban con cariño a aquella anciana sabia cuyos actos generosos habían hecho posible tantas maravillas gracias a una simple ruleta mágica.

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