Sofía y sus Berrinches Mágicos



Era una hermosa mañana en el barrio de Sofía. El sol brillaba, los pájaros cantaban y todo parecía perfecto. Sofía, una niñita de 2 años, despertó con mucha energía. Pero había algo especial en su día, un día en el que sus berrinches tomarían un giro inesperado.

Sofía estaba felizmente jugando con sus bloques de colores cuando, de repente, se le acabaron. En su pequeña mente, eso era una gran tragedia.

"¡Quiero más bloques!" - gritó Sofía.

Su mamá, que estaba en la cocina, escuchó el berrinche y vino corriendo.

"Sofía, mi amor, ¿quieres que vayamos a la tienda a comprar más bloques?" - preguntó la mamá con una sonrisa.

Pero Sofía no quería ir a la tienda. Ella solo quería los bloques aquí, ahora. Así que siguió gritando y pataleando. La mamá respiró hondo.

"Sofía, entiendo que te sientas frustrada, pero gritar no va a ayudar. Hablemos de ello, ¿te parece?" - dijo la mamá.

Sofía la miró con sus ojos grandes y empezó a calmarse un poco.

"No quiero hablar, quiero bloques" - respondió.

"Está bien, pero, ¿sabías que en lugar de gritar, podríamos usar la magia de nuestras palabras para conseguir lo que deseamos?" - sugirió la mamá.

Sofía miró a su mamá muy curiosa. No sabía que tenía magia.

"¿Cómo?" - preguntó.

"Hagamos un trato. Si usas tus palabras mágicas en lugar de gritar, yo te escucho y haremos algo especial juntas. ¿Te parece?" - propuso su mamá.

Sofía pensó un momento, y luego asintió con la cabeza. Quería hacer algo divertido con su mamá.

"Quiero más bloques, por favor, mamá" - dijo Sofía con voz suave.

"¡Sabía que podías hacerlo!" - exclamó la mamá, llena de orgullo. "Ahora, vamos a la tienda a buscar esos bloques, y después de eso, vamos a hacer una torre gigante juntas, ¿te parece?" -

"¡Sí!" - gritó Sofía, esta vez con alegría.

Así que se pusieron en marcha hacia la tienda. Sofía estaba emocionada, y el viaje se llenó de risas y canciones. Cuando llegaron, Sofía eligió los bloques de colores más hermosos.

Al regresar a casa, hizo una torre más alta de lo que nunca había hecho.

"¡Mirá, mamá!" - exclamó Sofía con alegría. "¡Hicimos la torre!"

"Es maravillosa, Sofía. Y todo comenzó porque elegiste usar tus palabras mágicas en lugar de un berrinche" - dijo su mamá sonriendo.

Pero en ese momento, un pequeño y travieso gatito pasó corriendo y derribó la torre.

Sofía, en lugar de llorar, se rió.

"Mirá, ¡el gato quiere jugar!" - dijo la mamá.

"¡Sí, vamos a hacer una torre nueva!" - sonrió Sofía.

Y así fue como Sofía aprendió que, aunque a veces los berrinches parecen la respuesta más fácil, usar las palabras y compartir momentos con los que ama, como su mamá y hasta un gatito dulce, le trae más alegría y diversión. Desde aquel día, eligió la magia de sus palabras primero, y los berrinches se convirtieron en risas y juegos.

Y así, Sofía vivió feliz, creando torres y disfrutando de su mágico día a día, siempre recordando que en la vida hay más alegría cuando elegimos la calma por encima del griterío, y más magia cuando somos amables y tenemos a nuestros seres queridos a nuestro lado.

FIN.

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