La Torre de Bloques
Había una vez un niño llamado Mateo que adoraba construir torres de bloques.
Pasaba horas enteras en su habitación, amontonando bloques de colores hasta que alcanzaban el techo.
Un día, Mateo estaba especialmente orgulloso de su torre.
Era la más alta y hermosa que había construido jamás.
Pero mientras admiraba su obra maestra, una bandada de pájaros entró volando por la ventana abierta.
Los pájaros, alborotados y hambrientos, se posaron sobre la torre de bloques de Mateo.
Empezaron a picotear los bloques, arrancándolos de la torre y tirándolos al suelo.
Mateo observó con horror cómo su torre se derrumbaba ante sus ojos.
Los pájaros no se dieron cuenta de la angustia de Mateo.
Siguieron picoteando y tirando bloques hasta que la torre quedó completamente destruida.
Mateo se quedó allí, mirando los restos de su creación, con lágrimas en los ojos.
En ese momento, entraron en la habitación el perro de Mateo, Toby, y su gato, Luna.
Vieron a Mateo llorando y le preguntaron qué había pasado.
Mateo les contó cómo los pájaros habían destruido su torre.
Toby y Luna se enfadaron mucho.
Salieron corriendo de la habitación y ahuyentaron a los pájaros.
Luego volvieron con Mateo y le ayudaron a recoger los bloques.
Mateo estaba agradecido a sus amigos por ayudarle.
Juntos, reconstruyeron la torre de bloques, haciéndola aún más alta y hermosa que antes.
Y Mateo aprendió que incluso cuando las cosas se rompen, siempre hay personas que te ayudarán a reconstruirlas.