Tomás y las Alas de la Bondad


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, un niño llamado Tomás que siempre soñaba con volar. Desde que era muy chiquito, miraba las aves en el cielo y deseaba poder hacer lo mismo.

Todos los días salía al jardín de su casa e intentaba saltar lo más alto posible, creyendo que algún día podría despegar del suelo. Un día especial llegó a Villa Feliz: el Día del Niño.

En esta fecha tan esperada, se organizaban diferentes actividades para celebrar a todos los niños del pueblo. Habría juegos, regalos y hasta un espectáculo de magia en la plaza principal.

Tomás estaba emocionado por este día y se levantó temprano para participar de todas las actividades. Al llegar a la plaza, se encontró con sus amigos Sofía y Juan, quienes también estaban ansiosos por divertirse. "¡Hola Tomás! ¿Estás listo para pasarla genial hoy?" -preguntó Sofía con una sonrisa.

"¡Sí! ¡Estoy emocionado por ver el show de magia!" -respondió Tomás emocionado. Los niños corrieron de un lado a otro, participando en cada juego y riendo sin parar.

Cuando llegó el momento del espectáculo de magia, todos se sentaron en el suelo frente al escenario improvisado. El mago empezó a hacer trucos increíbles: sacaba conejos de su sombrero, hacía desaparecer objetos y hasta lograba levitar sobre el escenario. Los niños no podían creer lo que veían y aplaudían emocionados.

Al final del show, el mago miró fijamente a Tomás y le dijo:"¿Tú quieres volar como los pájaros, verdad?"Tomás asintió sorprendido mientras sus ojos brillaban de emoción. "Pues déjame mostrarte algo especial" -dijo el mago misteriosamente.

El mago sacó una pequeña caja dorada y sopló sobre ella tres veces. De repente, la caja se abrió revelando dentro dos pares de alas brillantes.

"Estas alas te permitirán volar durante un día entero" -anunció el mago con una sonrisa"Pero recuerda: solo podrás usarlas para hacer cosas buenas". Tomás no podía creerlo; finalmente tendría la oportunidad de cumplir su sueño de volar. Se colocó las alas con cuidado y dio un salto hacia arriba...

¡Y comenzó a elevarse lentamente! Los niños gritaron asombrados mientras veían a Tomás surcar los cielos como un verdadero pájaro. Volaba sobre los tejados del pueblo, saludando a todos desde arriba con una enorme sonrisa en su rostro.

Durante todo ese día mágico, Tomás ayudó a rescatar gatitos perdidos en los árboles, repartió flores entre los vecinos enfermos y hasta limpió las nubes grises para que saliera el sol. Todos en Villa Feliz quedaron maravillados por la generosidad y valentía del niño alado.

Al caer la tarde, las alas doradas empezaron a brillar intensamente y poco a poco fueron desapareciendo hasta volver a ser solo una cajita dorada en manos de Tomás.

"Gracias por este increíble regalo", dijo Tomás al mago con gratitud antes de despedirse"¡Nunca olvidaré este día!"Desde entonces, Tomás siguió soñando con volar alto pero ahora sabiendo que siempre llevaba consigo la capacidad de hacer cosas maravillosas por los demás. Fin

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