Trompitas y la voz de la valentía
En la selva vivía un elefante llamado Trompitas, quien desde pequeño tenía una peculiaridad: le costaba hablar. A pesar de sus esfuerzos, las palabras no salían de su boca como deseaba.
Por eso, prefería quedarse en silencio y observar el mundo a su alrededor. Trompitas era un elefante muy rutinario. Le gustaba que todo fuera igual cada día: la misma hora para despertar, el mismo recorrido por la selva, y las mismas actividades.
Cualquier cambio repentino lo ponía nervioso y asustado. Para él, lo desconocido era sinónimo de peligro. Desde pequeño, Trompitas había sido muy sensible a las luces y sonidos fuertes de la selva.
Los destellos del sol entre los árboles o el rugido repentino de un tigre lo sobresaltaban fácilmente. Además, no le gustaba que otros animales lo miraran directamente a los ojos; eso le incomodaba y prefería desviar la mirada.
A pesar de todas estas particularidades, Trompitas tenía un pasatiempo favorito: contar. Le encantaba recorrer la selva buscando piedras para contarlas una por una, hojas caídas para agruparlas en montones iguales o estrellas en el cielo nocturno para numerarlas con su mente prodigiosa.
Un día, mientras contaba las hojas caídas cerca del río, escuchó un llanto proveniente del agua. Con curiosidad se acercó y descubrió a Lunita, una cría de luna reflejada en el río que estaba atrapada entre unas ramas.
Sin dudarlo, Trompitas extendió su trompa hábilmente y rescató a Lunita. -¡Gracias! -dijo Lunita con voz temblorosa pero feliz. -De nada -respondió Trompitas con una sonrisa tímida. Desde ese día, Trompitas y Lunita se volvieron amigos inseparables.
Lunita era traviesa y curiosa; le encantaba explorar nuevos lugares e inventar juegos diferentes cada día. Al principio esto ponía nervioso a Trompitas, pero con el tiempo aprendió a disfrutar de la diversión y emoción que traía consigo cada aventura junto a su amiga luna.
Poco a poco, gracias al cariño y apoyo de Lunita, Trompitas comenzó a vencer sus miedos hacia lo desconocido. Aprendió que los cambios podían ser emocionantes y enriquecedores si se enfrentaban con valentía y confianza en sí mismo.
Con el tiempo también descubrió que hablar no era tan difícil como creía; poco a poco fue encontrando su voz y expresando sus pensamientos con mayor claridad ante los demás animales de la selva.
Así fue como Trompitas dejó atrás sus temores y limitaciones para convertirse en un elefante valiente e inspirador para todos los habitantes del bosque.
Su historia enseñaba que superar nuestros miedos nos lleva hacia nuevas oportunidades maravillosas donde podemos crecer personalmente mientras disfrutamos plenamente de la vida junto a quienes más queremos.
FIN.