Un Amor Brillante



Era una hermosa mañana en el parque, cuando Gelatina decidió salir a dar un paseo. Gelatina era un adorable y jiggleante ser de colores brillantes, siempre complaciente y alegre. Un día, mientras paseaba, chocó con una pequeña nube fresca llamada Gotita. Al tocarse, Gelatina sintió un cosquilleo especial en su interior.

- ¡Perdón! No te vi venir, - dijo Gelatina un poco avergonzado.

- No te preocupes, fue un accidente. ¡Hola! Soy Gotita. - respondió Gotita con una sonrisa brillante.

Desde ese día, Gelatina y Gotita se volvieron inseparables. Jugaban en el parque, se deslizaban por el tobogán y se reían juntos. Con el tiempo, Gelatina se dio cuenta de que sus sentimientos por Gotita eran mucho más que amistad. Se estaba enamorando de ella, pero una preocupación lo atormentaba:

- ¿Y si le digo lo que siento y arruino nuestra amistad? - pensaba Gelatina.

Un día, mientras jugaban en el parque, Gelatina vio que Gotita se sentía un poco triste.

- ¿Qué te pasa, Gotita? - preguntó Gelatina con voz suave.

- Me preocupa que el sol brille demasiado y que me haga evaporar. - explicó Gotita, bajando la mirada.

Gelatina, conmovido por sus palabras, decidió hacer algo especial. Se le ocurrió organizar un picnic sorpresa para animarla. Llamó a todos sus amigos, las nubes, los rayos de sol y hasta algunos árboles frutales para hacerlo más divertido.

Cuando llegó el día del picnic, Gelatina se esforzó por preparar todo. Trajo golosinas, juegos y un hermoso cuadro que había pintado, donde estaban ellos dos disfrutando juntos bajo el sol. Cuando Gotita llegó y vio todo lo que había hecho Gelatina, su tristeza se desvaneció.

- ¡Esto es increíble, Gelatina! - exclamó emocionada Gotita.

- Me alegra que te guste. Solo quería hacerte sonreír. - contestó Gelatina, con el corazón latiendo rápido.

Con el paso de los días, la amistad entre Gelatina y Gotita creció. Gelatina se dio cuenta de que no podía seguir guardando sus sentimientos.

Un día, mientras paseaban bajo un lindo arcoiris, Gelatina tomó aire y decidió que era el momento adecuado.

- Gotita, hay algo que necesito decirte... - comenzó Gelatina, con un nudo en la garganta.

Gotita lo miró con curiosidad.

- ¿Qué sucede? - preguntó con una sonrisa.

- Desde que te conocí, he sentido algo muy especial por vos. Me gustas, Gotita, y me encantaría que nuestra amistad sea aún más. - confesó Gelatina, sintiéndose aliviado aunque nervioso.

Gotita lo observó con sorpresa, pero luego sonrió ampliamente.

- ¡Yo también siento lo mismo, Gelatina! - respondió con alegría. - ¡Nunca pensé que te atreverías a decírmelo!

Gelatina se sintió como si estuviera flotando. Se dieron un abrazo cálido, llenos de emoción.

A partir de ese día, Gelatina y Gotita no solo fueron amigos, sino que también se convirtieron en una pareja feliz que disfrutaba de cada día juntos, dejando que sus corazones brillaran tanto como un hermoso arcoiris después de una lluvia.

Y así, aprendieron que a veces, el miedo a perder algo puede impedirnos encontrar lo que realmente deseamos. Y lo más importante, nunca hay que tener miedo de expresar nuestros sentimientos, porque la vida está llena de sorpresas hermosas.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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