Un cuento de amistad navideña


Había una vez, en un lejano país llamado Argentina, donde los reyes magos y el lobo Egipto vivían en armonía con todos los demás personajes de cuentos y leyendas.

En vísperas de la Navidad, mientras papá Noel se preparaba para entregar los regalos a todos los niños del mundo, el lobo Egipto comenzó a sentir una envidia enorme. El lobo Egipto siempre había sido un poco solitario y no recibía tantas atenciones como los reyes magos o papá Noel.

Esta falta de reconocimiento lo llevó a idear un plan malvado: robarle todos los regalos a papá Noel para que él fuera el centro de atención.

Una noche, aprovechando la distracción de papá Noel al cargar su trineo con regalos, el lobo Egipto se acercó sigilosamente. Pero justo cuando estaba por tomar uno de los presentes más grandes, fue sorprendido por Melchor, uno de los reyes magos.

- ¡Detente ahí! ¿Qué crees que estás haciendo? - exclamó Melchor con voz firme. El lobo Egipto se asustó tanto que dejó caer el regalo al suelo y balbuceó una respuesta incoherente. Melchor comprendió que aquel animal solo necesitaba un poco de amor y comprensión.

- Lobo Egipto, sé que te sientes triste porque no recibes tanta atención como nosotros. Pero eso no significa que debas hacer cosas malas para obtenerla. Todos somos importantes y especiales a nuestra manera. Las palabras de Melchor tocaron profundamente al lobo Egipto.

De repente, se dio cuenta de lo egoísta que había sido y cómo su envidia lo había llevado a hacer algo malo. Lleno de remordimiento, el lobo Egipto decidió cambiar. - Tienes razón, Melchor.

Me equivoqué al querer robar los regalos de papá Noel. Comprendí que la amistad y la generosidad son mucho más valiosas que cualquier regalo material. Melchor sonrió y extendió una pata hacia el lobo Egipto.

- Acepta nuestras disculpas y únete a nosotros para hacer felices a todos los niños en esta Navidad. El lobo Egipto aceptó la mano de Melchor con gratitud. Juntos, fueron al encuentro de papá Noel para ayudarlo a terminar de cargar el trineo con regalos.

Los reyes magos hablaron con papá Noel sobre lo ocurrido y le pidieron perdón en nombre del lobo Egipto. Papá Noel, comprensivo como siempre, aceptó las disculpas sin dudarlo.

Todos juntos decidieron organizar una merienda especial para celebrar la reconciliación y fortalecer su amistad. En esa mágica noche, los reyes magos, el lobo Egipto y papá Noel compartieron risas, cuentos e historias mientras disfrutaban de ricos dulces navideños. Fue un momento inolvidable lleno de aprendizaje y alegría.

A partir de ese día, el lobo Egipto entendió que no necesitaba robar ni ser el centro de atención para sentirse valorado. Descubrió que formar parte de un grupo solidario era mucho mejor que cualquier regalo material.

Y así, los reyes magos, el lobo Egipto y papá Noel se convirtieron en grandes amigos, trabajando juntos para llevar felicidad a todos los niños del mundo.

A partir de entonces, cada Navidad era una ocasión especial donde la amistad y la generosidad brillaban más que nunca. Y colorín colorado, esta historia de amistad y reconciliación ha terminado. ¡Felices fiestas!

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