¡Un Mundo de Sentimientos!
En la ciudad de los Arcoíris, un lugar donde todos los colores eran vivos y los días siempre soleados, vivían dos amigos inseparables: Carlos y Costanza. Ambos compartían risas, juegos y aventuras, disfrutando de cada rincón del parque, donde los árboles eran grandes y fuertes, y las flores siempre estaban en flor.
Un día, mientras jugaban al fútbol, Carlos sintió algo extraño en su pecho. Cuando miró a Costanza corriendo tras la pelota, se dio cuenta de que no sólo era su amiga, sino que también le gustaba. Pero Carlos dudaba y no sabía cómo decírselo.
- “Costanza, ¿alguna vez te ha pasado que te gusta alguien y no sabés cómo decírselo? ” - preguntó Carlos, tratando de disfrazar su nerviosismo.
- “Sí, a veces siento que mi corazón se acelera cuando veo a algunos de mis amigos, pero la verdad es que nunca se los conté a nadie. ¿Por qué lo decís? ” - respondió Costanza, mientras sonreía, sin darse cuenta de que Carlos estaba hablando de ella.
De repente, un pequeño gorrión llamado Chispa se acercó ellos y se posó en el banco del parque.
- “¡Hola, amigos! ¿Qué sucede? Veo que tienen el corazón un poco confuso.” - dijo Chispa con su voz aguda y alegre.
Carlos, apenado, explicó su dilema a Chispa. El gorrión, sabio a su manera, les dio un consejo.
- “A veces, nuestros sentimientos son como el viento. Pueden ser suaves y cálidos o fuertes y ruidosos. Si dejas que el viento de tus sentimientos vuele libremente, ¡verás lo bonito que es! ” - rezó el gorrión alzando su vuelo.
Carlos se sintió alentado, pero aún tenía dudas.
- “¿Y si me rechaza? ¿Qué pasaría si por decirle a Costanza que me gusta arruino nuestra amistad? ” - pensó Carlos, mientras Costanza comenzaba a notar que algo preocupaba a su amigo.
Al ver que Carlos estaba pensativo, Costanza decidió hacer algo. Así que le propuso un juego bien especial:
- “Carlos, ¿te parece si hacemos un dibujo de nuestros sentimientos? Cada uno dibujará lo que siente en este momento, y luego lo compartimos. Así tal vez podamos entendernos mejor.”
Carlos aceptó la propuesta, y juntos se pusieron a dibujar. Mientras pintaban, comenzaron a hablar sobre sus sueños, esperanzas y sentimientos. De repente, el ambiente se volvió mágico, y Carlos sintió que era el momento.
- “Costanza, quiero ser honesto contigo. A veces siento que me gustás, y no sé qué hacer con eso.” - dijo, con el corazón latiendo a mil por hora.
Costanza lo miró sorprendidamente, y luego sonrió suavemente.
- “¡Carlos! Yo también he sentido algo especial por vos, pero no sabía cómo decírtelo. Me alegra que hayas compartido tus sentimientos. ¿Qué tal si seguimos siendo amigos y exploramos esto juntos? ”
Los dos amigos se miraron, y en ese momento, el miedo se disipó, llenándolos de alegría. El gorrión Chispa volvió a aparecer en el instante preciso.
- “¡Vaya, qué sorpresa! El viento de sus corazones ha volado bien alto, que hermoso es ver a dos amigos ser honestos en sus sentimientos” - cantó Chispa con alegría.
Desde ese día, Carlos y Costanza continuaron jugando juntos, descubriendo lo que significaba ser amigos y también poder sentir algo más. Aprendieron a hablar sobre sus emociones, a ser sinceros y a celebrar la amistad que tenían, sin importar si algún día podría crecer en algo más.
La amistad de Carlos y Costanza se volvió más fuerte que nunca, y así, caminaron juntos por el sendero de la vida, creando recuerdos llenos de risas, secretos y sí, también de amor.
Y así terminó esta hermosa historia, recordándonos que a veces nuestras emociones pueden ser un poco incasables, pero siempre vale la pena compartirlas con quienes más queremos.
El sol se escondía en el horizonte detrás de los colores del parque y, junto a Chispa, Carlos y Costanza aprendieron que el amor y la amistad son colores que, una vez mezclados, crean la pintoresca obra de la vida misma.
FIN.