Una Amistad Inesperada



Érase una vez un pequeño pueblo llamado Sonrisas, donde la gente vivía feliz y todos se ayudaban entre sí. Sin embargo, había un villano que se llamaba Griseldo. Griseldo no era un villano común, tenía un gran sombrero negro que siempre le cubría los ojos y un abrigo raído que hacía ruido cada vez que caminaba. Él pensaba que asustando a los demás podría hacerse respetar, pero en realidad, todos en el pueblo lo temían y lo evitaban.

Un día, mientras Griseldo paseaba con su sombrero al viento, escuchó un llanto. Intrigado, se acercó a un parque y vio a un bebé que había perdido a su mamá. El pequeño tenía unos ojos brillantes y una sonrisa, a pesar de estar asustado.

- “¿Qué te pasa, chiquitín? ” - preguntó Griseldo, intentando sonar amable, pero su voz retumbó un poco.

- “¡Quiero a mi mamá! ” - sollozó el bebé, mirando a Griseldo con ojos llenos de lágrimas.

Griseldo, sorprendido por el coraje del pequeño, sintió algo raro en su corazón. Pero sus instintos de villano le decían que debía asustarlo para que se fuera.

- “¡Boo! ¡Soy un villano muy peligroso! ” - exclamó, levantando su sombrero en un intento de parecer aterrador.

El bebé, en lugar de asustarse, simplemente lo miró con curiosidad.

- “No me da miedo, ¿me puedes ayudar a encontrar a mi mamá? ” - dijo, sonriendo de manera inocente.

Griseldo se quedó paralizado. Nadie le había hablado así antes. Sintiéndose un poco confundido, dijo:

- “¿Pero… y si no quiero? ”

El bebé lo miró fijamente y dijo:

- “Si no quieres, está bien. Pero yo creo que dentro de ti hay alguien amable.”

Las palabras del bebé resonaron en la mente de Griseldo. Nunca había escuchado algo así. Decidió, en el fondo de su corazón, que tal vez podía ayudar al pequeño.

- “Está bien, chiquitín. Te ayudaré a encontrar a tu mamá.” - y así, con un poco de entusiasmo que nunca había sentido, Griseldo se agachó y le preguntó al bebé:

- “¿Cómo te llamas? ”

- “Me llamo Lucas.” - dijo el bebé, con una carcajada.

Juntos, comenzaron a recorrer el pueblo. Griseldo iba por aquí y por allá, mostrando a Lucas cosas que, aunque eran un poco extrañas, siempre lo mantenían entretenido. Griseldo se sorprendió al ver cómo la gente lo miraba al pasar con Lucas.

- “¡Es el villano! ¡Pero mira, va con un bebé! ” - murmuraban algunos.

A medida que recorrían el pueblo, Griseldo comenzó a sentir que la gente no solo lo temía, sino que también le daban miradas de sorpresa y un poco de respeto. Una anciana decidió acercarse a ellos:

- “¿Qué haces, Griseldo? ¿Te has convertido en cuidador de bebés? ” - dijo, semi-riendo.

- “¡No, solo lo estoy ayudando a encontrar a su mamá! ” - respondió Griseldo con firmeza.

La anciana sonrió y aplaudió. Su risa hizo eco entre los árboles, y pronto más personas comenzaron a unirse a ellos.

Después de un rato, Lucas se aventuró a decir:

- “Griseldo, ¿quieres intentar ayudar a más personas mientras buscamos a mi mamá? ”

Y así, Griseldo, el villano temido, se convirtió en un héroe del pueblo, ayudando a buscar las cosas perdidas de otros: un gato, una bicicleta, ¡e incluso los juguetes desaparecidos de los niños! Cada vez que ayudaba a alguien, su corazón se sentía más ligero.

Finalmente, después de un largo día de búsqueda, una mujer apareció corriendo.

- “¡Lucas, mi amor! ” - gritó, abrazando al bebé con alegría.

- “¡Mamá! ” - respondió Lucas, riendo todo lo que podía.

Griseldo observó con emoción cómo se reencontraban. ¡Quién hubiera pensado que él, el villano, podría sentir tanta felicidad!

- “Gracias, Griseldo. Nunca pensé que te vería ayudando a mi niño,” - dijo la mamá, sorprendida.

- “Creo que dentro de mí había un héroe dormido,” - respondió Griseldo, sonriendo.

Desde ese día, Griseldo dejó de ser el villano del pueblo. Se convirtió en un amigo y aliado de todos, incluso a veces ayudaba a cuidar a los bebés mientras sus mamás hacían las compras.

Lucas y Griseldo formaron un lazo especial, recordando que una sonrisa y un gesto de bondad pueden cambiar el corazón de cualquier persona, incluso el de un villano. Así, el pequeño pueblo de Sonrisas aprendió que, a veces, la amistad puede surgir en los lugares más inesperados.

FIN.

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