Una amistad inusual



Diego, un niño curioso y aventurero, estaba muy emocionado porque ese día iría al zoológico con sus papás. Desde temprano se levantó, desayunó rápido y se vistió con su remera favorita de animales.

- ¡Vamos, vamos! ¡Quiero ver a los leones, a los monos y a todos mis amigos del zoológico! - exclamaba Diego mientras corría de un lado a otro en casa.

Mamá y papá sonreían ante tanta emoción y no podían esperar para compartir ese día especial en familia. Juntos salieron rumbo al zoológico en el auto, cantando canciones y jugando a contar cuántos animales verían. Al llegar al zoológico, Diego no sabía por dónde empezar.

Corrió hacia las jirafas, luego hacia los elefantes y finalmente llegaron al sector de los reptiles. Fue entonces cuando vio a Eduardo, un cocodrilo enorme que descansaba bajo el sol. - ¡Miren mamá, papá! ¡Ese es Eduardo, el cocodrilo más grande del zoológico! - dijo Diego señalando emocionado.

- Vamos a saludarlo entonces - respondió mamá con una sonrisa.

Se acercaron lentamente al recinto de Eduardo y para sorpresa de todos, el cocodrilo abrió un ojo perezoso y les habló:- Hola amigos, ¿cómo están? Soy Eduardo, ¿quieren escuchar una historia? Diego, mamá y papá se miraron asombrados pero encantados con la idea de escuchar lo que Eduardo tenía para contarles.

Se sentaron frente al recinto del cocodrilo y este comenzó su relato:- Hace mucho tiempo yo vivía en un río lejano donde me sentía solo y triste. Un día decidí emprender un viaje en busca de nuevos amigos y aventuras. Fue así como llegué a este zoológico donde encontré compañeros como ustedes.

Diego estaba fascinado con la historia de Eduardo e inmediatamente sintió empatía por él. - ¿Y qué hiciste entonces? - preguntó Diego ansioso por saber más. - Aquí encontré amistades sinceras que me enseñaron el valor de la verdadera compañía.

Aprendí que la familia no siempre es aquella con la que compartimos sangre sino aquellos que están ahí cuando más los necesitamos - respondió Eduardo con calma. Diego reflexionó sobre las palabras del sabio cocodrilo mientras mamá y papá asentían pensativos.

Habían aprendido una gran lección aquel día gracias a su inesperado amigo reptil. La tarde transcurrió entre risas, juegos y nuevas experiencias junto a los distintos animales del zoológico.

Cuando ya era hora de regresar a casa, Diego se despidió cariñosamente de sus amigos prometiendo volver pronto para seguir aprendiendo juntos.

Así terminó esta gran aventura familiar en el zoológico donde Diego descubrió que la amistad puede surgir en los lugares más insólitos e inesperados como junto al amable cocodrilo Eduardo.

FIN.

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